“Si tienen memoria y si tienen coraje, van a ser la esperanza para el futuro”. En su último encuentro con los jóvenes de la JMJ, Bergoglio se reunió con los voluntarios de todo el mundo que se ofrecieron para garantizar que el encuentro mundial se llevara a cabo sin problemas. Antes de dirigirse a la Arena Tauron, en donde lo estaban esperando alrededor de 25 mil voluntarios, el Papa se asomó por última vez desde el balcón del arzobispado para despedirse de una pequeña multitud que lo esperaba, y dijo: «Muchas gracias por la calurosa acogida de estos días. Y ahora, antes de irme, les quiero dar la bendición. Pero también les quiero pedir que no se olviden de rezar por mí. Recemos juntos a la Virgen, cada uno en su propia lengua».
Al llegar a la Arena Tauron el Pontífice fue recibido con enorme alegría y entusiasmo, cantos y coros, por parte de los chicos y chicas que de todo el mundo se esforzaron para acoger a todos los que participaron en la XXXI JMJ de Cracovia. Una última fiesta multicolor, justamente lo que el Papa había pedido antes de volar hacia Cracovia: «un mosaico de rostros diferentes, de pueblos y culturas unidos en la misericordia». Después de escuchar los saludos y los testimonios de los representantes de los voluntarios de todo las partes del mundo, Francisco dijo en italiano: «Antes de regresar a Roma, siento el deseo de encontrarlos y, sobre todo, de dar las gracias a cada uno de ustedes por el esfuerzo, la generosidad y la dedicación con la que han acompañado, ayudado y servido a los miles de jóvenes peregrinos».
El Papa no pronunció el discurso que tenía preparado para la ocasión e improvisó estas palabras en español:
“Y así yo escribí este discurso, no sé si es bonito o feo. Cinco páginas. Un poco aburrido. Pero me dicen que yo puedo hablar en cualquier lengua porque todos tienen traductor. ¿Sí? ¿Hablo español?
Este preparar una JMJ es toda una aventura, es meterse en una aventura y llegar y llegar, servir, trabajar, hacer y después despedirse. Primero la aventura, la generosidad. Yo les quiero agradecer a ustedes, voluntarios benefactores todo lo que han hecho. Les quiero agradecer las horas de oración que han hecho. Porque yo sé que esta Jornada se amasó con mucho trabajo y mucha oración. Gracias a los voluntarios que dedicaron tiempo a la oración para que pudiéramos llevarla adelante. Gracias a los sacerdotes que los acompañaron. Gracias a las religiosas que los acompañaron, a los consagrados, y gracias a ustedes que se metieron en esta aventura con la esperanza de llegar adelante.
El obispo, cuando hizo la presentación, les dijo un, no sé si van a entender la palabra, un piropo. ¿Entendieron? Les dijo: ustedes son la esperanza del futuro. Y es verdad, pero con dos condiciones: ¿quieren ser esperanza para el futuro o no? Con dos condiciones (no hay que pagar la entrada, no).
La primera condición es tener memoria. Preguntarme de dónde vengo, memoria de mi pueblo, de mi familia, de toda mi historia. El testimonio de la segunda voluntaria estaba lleno de memoria. Memoria de un camino andado, memoria de lo que recibí de mis mayores. Un joven desmemoriado no es esperanza para el futuro. ‘Padre y ¿cómo hago para tener memoria?’ Hablá con tus padres, con los mayores, sobre todo hablá con tus abuelos. De tal manera que si querés ser esperanza para el futuro tenés que recibir la antorcha de tu abuelo o de tu abuela. ¿Me prometen que para preparar Panamá van a hablar más con los abuelos? Y si los abuelos ya se fueron al cielo, ¿van a hablar con los ancianos? Y les van a preguntar. Pregúntenles. Son la sabiduría de un pueblo.
Entonces para ser esperanza primera condición: tener memoria. Ustedes son la esperanza para el futuro, dijo el obispo. Segunda condición. Si soy esperanza para el futuro y tengo memoria del pasado, me queda el presente. ¿Qué tengo que hacer en el presente? Tener coraje. Ser valientes. No asustarse. Escuchamos el testimonio, la despedida, de este compañero nuestro a quien el cáncer le ganó. Quería estar aquí y no llegó, pero tuvo coraje coraje de enfrentar y de seguir luchando aún en la peor de las condiciones. Ese joven hoy no está acá pero ese joven sembró esperanza para el futuro. Para el presente: coraje, valentía, coraje. Y entonces, si tienen memoria y si tienen coraje, van a ser la esperanza para el futuro. ¿Está clarito todo? Yo no sé si voy a estar en Panamá, pero les puedo asegurar una cosa: que Pedro va a estar en Panamá y Pedro les va a preguntar si hablaron con los abuelos, si tuvieron valentía para enfrentar las situaciones para sembrar el futuro, y a Pedro le van a responder. Gracias, gracias por todo.”
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