Asís: una vela encendida por cada país en conflicto

Oración ecuménica

Oración ecuménica en la basílica inferior de San Francisco

(ZENIT – Roma).- El santo padre Francisco después del almuerzo se reunió individualmente con el patriarca de Constantinopla, Bartolomé I; el arzobispo anglicano Justin Welby; y el patriarca Siro-Ortodoxo de Antioquía, Efren II.

A continuación los representantes de las diversas religiones reunidos en Asís, los judíos, los musulmanes y los de religiones orientales, rezaron cada una un lugar diverso.

Los cristianos se reunieron en la basílica inferior de San Francisco, cerca de la tumba del santo para una oración ecuménica, en la cual fueron nombrados todos los países en conflicto y por cada uno de ellos fue encendida una vela. Entre las casi treinta encendidas, figuraron guerras como la de Siria o en Irak, pero también la violencia debido al narcotráfico en México, o la tensión y violencia existente en Venezuela.

Asís, judios en oración en un claustro del convento

Asís, judios en oración en un claustro del convento

El papa Francisco recordó que en el ‘Tengo sed’, podemos escuchar la voz de los que sufren, el grito escondido de los pequeños inocentes a quienes se les ha negado la luz de este mundo, la súplica angustiada de los pobres y de los más necesitados de paz. Imploran la paz las víctimas de las guerras, las cuales contaminan los pueblos con el odio y la Tierra con las armas; imploran la paz nuestros hermanos y hermanas que viven bajo la amenaza de los bombardeos o son obligados a dejar su casa y a emigrar hacia lo desconocido, despojados de todo.

El arzobispo de Westminster, Justin Welby en su meditación indicó que “todos tenemos que beber cada día de la misericordia de Dios, para vencer nuestro pecado nuestra rabia, para expresar la misericordia hacia los otros.

Asís, musulmanes en oración

Asís, musulmanes en plegaria en un recinto del Sagrado Convento

Ilustró la riqueza como un dinero falso en un juego de los niños, porque en la economía divina no vale nada y señaló que a pesar del progreso en Europa, existe miedo de los extranjeros y dificultades económicas. Precisó que en cambio Dios nos ofrece riquezas reales, que dan verdadera satisfacción. Y de nuestro miedo que nos hace retroceder delante de la misericordia de Dios, cuando en realidad hay una llamada constante a una renovación interior.

“Somos llamados a ser la voz de Cristo –concluyó– para los que no tienen esperanza, en un mundo de sequía y desesperación, dando con magnífica generosidad lo que hemos recibido en su misericordia llena de gracia”.

El patriarca de Constantinopla, Bartolomeo I, señaló en su meditación la necesidad de “escuchar el grito de Dios hacia la humanidad y escuchar el grito de nuestro prójimo”. “¿Qué palabra de paz podremos ofrecer al otro, al diverso, al lejano, al desconocido si aquella palabra de paz no será una real experiencia de comunión con la Luz Radiosa de la Mañana?”, dijo. Y señaló la necesidad de convertirnos, la capacidad de cambiar ruta, que no puede haber conversión si no se escucha, y de la necesidad del testimonio cristiano. Y para que sea profético de la necesidad que tiene de realizarse en comunión.

A la salida de esta ceremonia ecuménica fue el acto final que se celebró en la plaza san Francisco, con el saludo de monseñor Sorrentino, del patriarca Bartolomé, del patriarca budista japonés, del profesor Andrea Riccardi, fundador de la Comunidad de san Egidio, además de un representante musulmán y uno judío.

10:51:00 a.m.

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