(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- El papa Francisco propone un complemento a las dos listas tradicionales de siete obras de misericordia, añadiendo a cada una el cuidado de la casa común. Así, explica que como obra de misericordia espiritual, el cuidado de la casa común precisa de la contemplación agradecida del mundo que nos permite descubrir a través de cada cosa alguna enseñanza que Dios nos quiere transmitir. Como obra de misericordia corporal, el cuidado de la casa común, necesita simples gestos cotidianos donde rompemos la lógica de la violencia, del aprovechamiento, del egoísmo y se manifiesta en todas las acciones que procuran construir un mundo mejor.
La propuesta la ha hecho en su mensaje en ocasión de la Jornada mundial de oración para el cuidado de la creación, que se celebra hoy 1 de septiembre, y lleva por tema este año “Usemos misericordia hace nuestra casa común”.
Tal y como explica el Santo Padre en el mensaje, la Iglesia católica celebra esta Jornada en unión con los hermanos y hermanas ortodoxos, y con la adhesión de otras Iglesias y comunidades cristianas. Y precisa que la jornada pretende ofrecer “una valiosa oportunidad de renovar la adhesión personal a la propia vocación de custodios de la creación”, elevando a Dios “una acción de gracias por la maravillosa obra que Él ha confiado a nuestro cuidado”.
Asimismo, el Pontífice asegura que debe ser motivo de alegría que, en todo el mundo, iniciativas que promueven la justicia ambiental, la solicitud hacia los pobres y el compromiso responsable con la sociedad, “están fomentando el encuentro entre personas, sobre todo jóvenes, de diversos contextos religiosos”.
Por otro lado, el Santo Padre subraya que “no podemos rendirnos o ser indiferentes a la pérdida de la biodiversidad y a la destrucción de los ecosistemas, a menudo provocados por nuestros comportamientos irresponsables y egoístas”.
En esta línea advierte de que el planeta continúa a calentarse, en parte a causa de la actividad humana: el 2015 ha sido el año más caluroso jamás registrado y probablemente el 2016 lo será aún más. Y así, añade que los pobre del mundo, que son los menos responsables de los cambios climáticos, “son los más vulnerables y sufren ya los efectos”. Además, el Santo Padre reconoce que “cuando maltratamos la naturaleza, maltratamos también a los seres humanos”.
En el mensaje, el Papa explica que Dios “nos ha dado la tierra para cultivarla y guardarla con respeto y equilibrio”. Cultivarla demasiado ‒esto es abusando de ella de modo miope y egoísta‒, y guardarla poco es pecado.
Por otro lado, el Santo Padre pide que en este Año Jubilar, “aprendamos a buscar la misericordia de Dios por los pecados cometidos contra la creación, que hasta ahora no hemos sabido reconocer ni confesar” y “comprometámonos a realizar pasos concretos en el camino de la conversión ecológica”. El primer paso en este camino –prosigue Francisco– es siempre un examen de conciencia, que implica un reconocimiento del mundo como un don recibido del amor del Padre, que provoca como consecuencia actitudes gratuitas de renuncia y gestos generosos. Y asegura que también implica “la amorosa conciencia de no estar desconectados de las demás criaturas, de formar con los demás seres del universo una preciosa comunión universal”.
El examen de conciencia, el arrepentimiento y la confesión al Padre rico de misericordia, nos conducen a un firme propósito de cambio de vida, observa Francisco. Y esto –añade debe traducirse en actitudes y comportamientos concretos más respetuosos con la creación. Como por ejemplo, propone el Santo Padre, hacer un uso prudente del plástico y del papel, no desperdiciar el agua, la comida y la energía eléctrica, diferenciar los residuos, tratar con cuidado a los otros seres vivos, utilizar el transporte público y compartir el mismo vehículo entre varias personas, entre otras cosas.
En esta línea, asegura que la economía y la política, la sociedad y la cultura, “no pueden estar dominadas por una mentalidad del corto plazo y de la búsqueda de un inmediato provecho financiero o electoral”.
A propósito del los Objetivos del Desarrollo Sostenible adoptados por los países del mundo en septiembre de 2015, el papa Francisco recuerda que ahora los Gobiernos tienen el deber de respetar los compromisos que han asumido, mientras las empresas deben hacer responsablemente su parte, y corresponde a los ciudadanos exigir que esto se realice.
Finalmente, el Pontífice asegura que a pesar de nuestros pecados y los tremendos desafíos que tenemos delante, “no perdamos la esperanza”.
Publicar un comentario