El Papa hizo referencia a la promesa hecha por Dios a Abraham, que le promete un hijo, algo que parecía inverosímil porque Abraham ya era anciano y su mujer estéril. Sin embargo, se fía de la palabra de Dios y confía en su promesa.
“Esa es la capacidad de ir más allá de la razón humana, de la sabiduría y de la prudencia del mundo, más allá de lo que normalmente se considera propio del sentido común, para creer en lo imposible”, explicó el Santo Padre en su catequesis.
El Papa señaló que “la esperanza abre nuevos horizontes, permite soñar con aquello que es inimaginable. La esperanza nos hace entrar en la oscuridad de un futuro incierto para caminar en la luz”.
“Pero es un camino difícil –advirtió–, y llega el momento, también para Abraham, de la crisis del desconsuelo. Ha confiado en Dios, se marchó de su tierra, llegó al país que el Señor le había indicado, pasaba el tiempo y el hijo no llegaba. El vientre de Sara permanecía cerrado en su esterilidad”.
Entonces surge en el corazón de Abraham “la oscuridad de la desilusión, el desánimo por la dificultad de seguir esperando algo imposible. El Patriarca ya tiene una edad muy avanzada, parece que ya no hay tiempo para tener un hijo y que será un siervo, un subalterno, el que lo herede todo”.
El Pontífice recordó la desazón del Patriarca: “Abraham se siente solo, es viejo y está cansado. La muerte se cierne sobre él. ¿Cómo continuar fiándose?”.
“A pesar de todo, este lamentarse suyo es una forma de fe”, razonó el Obispo de Roma. “Abraham sigue creyendo en Dios y confía en que cualquier cosa pueda suceder. De lo contrario, ¿por qué seguir consultando al Señor, quejándose a Él, llamándole a cumplir sus promesas? La fe no es sólo el silencio que todo lo acepta sin contestar, la esperanza no es la certeza que te libra de la duda y de la perplejidad. La fe también es luchar con Dios, mostrarle nuestra amargura, sin disimulos. Y la esperanza también es no tener miedo de ver la realidad tal cual es y aceptar las contradicciones”.
Abraham, por lo tanto, “en la fe se vuelve a Dios para que le ayude a continuar a esperar. Y el Señor responde insistiendo en su promesa descabellada: no será un siervo el heredero, sino un hijo propio, nacido de Abraham, engendrado por él. Nada ha cambiado por parte de Dios”.
Francisco subrayó que “para creer es necesario aprender a mirar con los ojos de la fe. Abraham debe convertirse en signo de fidelidad de Dios”.
“Esta es la fe, este es el camino de la esperanza que cada uno de nosotros debemos recorrer”, concluyó su enseñanza el Papa Francisco.
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— ACI Prensa (@aciprensa) 21 de julio de 2014
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