“Es importante que el periodo transcurrido en el extranjero se convierta en una ocasión de crecimiento humano y cultural para los estudiantes”, señaló el Santo Padre.
“Que sea para ellos un punto de partida a partir del cual, cuando regresen a sus países de origen, puedan ofrecer a los demás su contribución cualificada, y que cuenten con el empuje interior que les ayude a transmitir la alegría de la Buena Nueva”.
Para ello, el Pontífice recordó que “es necesaria una educación que enseñe a pensar críticamente, y que ofrezca un recorrido de maduración en valores”. “Los animo, a ustedes profesores y operarios de pastoral, a infundir en los jóvenes el amor al Evangelio, el deseo de vivirlo de forma concreta y de anunciarlo a los demás”.
El Obispo de Roma destacó el tema del Congreso: “Evangelii Gaudium, el Papa Francisco y los retos morales en el mundo intelectual de los estudiantes internacionales hacia una sociedad más sana”.
“Una sociedad más sana: este es el objetivo que debemos tener siempre presente. Es importante que las nuevas generaciones avancen en esta dirección, que se sientan responsables de la realidad en la que viven y que sean artífices del futuro”.
Ante “la concepción moderna del intelectual, empeñado en la realización de sí mismo en busca del reconocimiento personal sin tener en cuenta al prójimo”, el Obispo de Roma contrapuso “un modelo más solidario, que se preocupe por el bien común y por la paz. Solo así el mundo intelectual se vuelve capaz de construir una sociedad más sana”.
“Quien tiene el don de ser capaz de estudiar, también tiene una responsabilidad de servicio en favor del bien de la humanidad”, indicó Francisco, quien destacó los diversos beneficios de estudiar en el extranjero.
“El conocimiento es un camino privilegiado para el desarrollo integral de la sociedad; y el ser estudiante en un país diferente al propio, con otro horizonte cultural, permite aprender una nueva lengua, unos nuevos usos y costumbres. Permite contemplar el mundo desde otra perspectiva y abrirse sin miedo al otro y al diferente. Esto hace que los estudiantes, y quienes les acogen, sean más tolerantes y hospitalarios”.
Además, “el enriquecimiento personal y cultural facilita a los jóvenes el insertarse más rápidamente en el mundo laboral, asegurándose un puesto en la comunidad. Por su parte, la sociedad está llamada a ofrecer a las nuevas generaciones oportunidades ocupacionales válidas, evitando la llamada ‘fuga de cerebros’”.
“Que cada uno elija libremente ir a especializarse y trabajar en el extranjero supone una realidad buena y fecunda. Por el contrario, es doloroso cuando los jóvenes preparados se ven obligados a abandonar su propio país porque carecen de oportunidades profesionales”, lamentó el Papa.
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— ACI Prensa (@aciprensa) 1 de diciembre de 2016
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