El yoga ha sido inscrito hoy, 1 de diciembre, en la lista del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, tal como ha anunciado la Unesco. Según leemos en La Información, la decisión fue tomada por la undécima asamblea de la Unesco reunida desde el 28 de noviembre al 2 de diciembre en Adís Abeba (Etiopía).
“La filosofía subyacente a la antigua práctica del yoga en India ha influido en numerosos aspectos de la sociedad de ese país, que van desde la salud y la medicina hasta la educación y las artes”, indicó la organización con sede en París. “Basado en la unificación de la mente, el cuerpo y el alma”, la práctica del yoga mejora “el bienestar mental, físico y espiritual de las personas”, agregó la Unesco.
La víspera, la Unesco declaró la rumba cubana, el merengue dominicano y las Fallas de Valencia Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. El festival de El Callao de Venezuela y la charrería de México también podrían entrar en esta prestigiosa lista representativa de diferentes tipos de patrimonio vivo.
Efectos en la salud humana
Aseguran que el yoga tiene efectos positivos sobre la depresión leve y los problemas de sueño, incluso en ausencia de medicación, así como la esquizofrenia y el TDAH en pacientes que siguen tratamiento farmacológico, según una revisión de la relación de esta práctica en trastornos psiquiátricos, publicada en Frontiers in Psychiatry.
Así, los autores de la revisión han explicado que su objetivo era el de comprobar los beneficios de esta práctica sobre determinadas enfermedades, tal y como se había considerado hasta el momento.De este modo, un estudio recogía que el yoga influye en elementos clave del cuerpo humano que desempeñan un papel importante en la salud mental, de manera similar a los antidepresivos y la psicoterapia. Mientras, otra investigación revelaba que este tipo de ejercicio afecta a los neurotransmisores, la inflamación, el estrés oxidativo, los lípidos, y factores de crecimiento.
Para uno de los autores del estudio, el doctor P. Murali Doraiswamy, profesor de Psiquiatría y Medicina en la Duke University Medical Center, situada en Estados Unidos, todas estas evidencias científicas apoyan la práctica de este tipo de ejercicio.
Una mirada en profundidad
Ante este anuncio, conviene ir más allá de los beneficios que se le achacan a la práctica del yoga y es necesario discernir de qué se trata realmente, como han repetido algunos miembros de la Red Iberoamericana de Estudio de las Sectas (RIES) en varios artículos en los que, en estos últimos años, han contribuido a la discusión sobre el tema.
En su artículo “¿Es compatible el yoga con el cristianismo?”, José Luis Vázquez Borau explica que “si bien la doctrina global del Hinduismo, donde el Yoga se sitúa, discrepa en mucho con la doctrina que el Cristianismo profesa, siguiendo las indicaciones del Concilio Vaticano II y del magisterio de Benedicto XVI, podemos reconocer, guardar y promover valores socio-culturales antiquísimos que el Yoga contiene”.
El autor, que hace una valoración positiva de esta práctica, recuerda también que “el yoga está impregnado siempre de panteísmo. Hay que tener en cuenta que el yoga, como en general la religiosidad hindú, cae en la desvalorización del trabajo en el mundo y de las realidades sociales, en la despreocupación total de la promoción humana y socio-cultural propia y de los demás, así como en la creencia en la reencarnación de las almas y en la reducción del perfeccionamiento humano al autodominio sin oración ni apenas resquicio para la intervención de la gracia divina”.
Algo más que ejercicio
Otro miembro de la RIES, Luis Santamaría, ha publicado un artículo (“¿Qué dice la Iglesia sobre el yoga?”) en el que resume la postura de la Iglesia Católica con respecto a esta práctica. Una postura que se puede sintetizar en una sola palabra: discernimiento. O, como dice expresamente el documento de la Santa Sede dedicado a esta materia, “un cuidadoso discernimiento de contenidos y de métodos, para evitar la caída en un pernicioso sincretismo”.
Santamaría también ha dedicado otros artículos a este tema, respondiendo así a muchas consultas que llegan a diario a la RIES. En 2015, cuando la ONU instituyó una jornada mundial en torno a esta técnica, en “El Día Internacional del Yoga: ¿simplemente yoga… o algo más?” señalaba que el yoga “se presenta como una técnica religiosamente aséptica, válida para todo el mundo”, pero la realidad dista de ser así.
Con motivo de esta misma jornada, cuando se celebró este año, el autor escribió otro artículo (“Yoga: cuando se pasa del ejercicio a la espiritualidad”), subrayando que “yoga significa ‘unión’. Pero la unión de todo, no sólo de lo físico y lo psíquico en el hombre. Es también la fusión de lo humano y lo divino”. En su escrito, Santamaría recogía un estudio en el que se demuestra que la gente se inicia en el yoga “para hacer ejercicio y reducir el estrés, pero para muchos la espiritualidad se convierte en la razón principal para mantener la práctica”.
El lado sectario
Por último, cabe destacar que bajo la pantalla del yoga actúan muchos grupos sectarios que aprovechan la popularidad de la técnica para el proselitismo, la captación y la generación de dependencia y de procesos de abuso psicológico en sus adeptos. Así ocurre, por ejemplo, en el MISA, movimiento de origen rumano cuyo gurú ha sido detenido recientemente, y que ha llegado incluso a dictar clases en una universidad uruguaya (véase “El Yoga esotérico, desde Rumania hacia América Latina”, del psicólogo Álvaro Farías).
La RIES también ha publicado el testimonio de un joven canadiense que fue captado por la secta Fraternidad de la Autorrealización, fundada por el gurú Paramahansa Yogananda. En este grupo oriental practicó “kriya yoga, que según ellos es la forma más avanzada y real de hacer el yoga. Aquí no se trata de contorsiones físicas. Las únicas posturas que había que adoptar nos disponían hacia una meditación profunda”. (véase “Mi camino de Yogananda a Jesucristo”).
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