En su discurso a los participantes, el Santo Padre expresó su beneplácito por el evento organizado por el Comité Pontificio de Ciencias Históricas y comentó que hasta “hace mucho tiempo un congreso de este tipo habría sido del todo impensable”.
Con esta iniciativa, dijo el Papa, es posible superar “las barreras” y transformar “los conflictos en oportunidades para el crecimiento en la comunión”.
Asimismo, resaltó ayuda a “superar ese clima de desconfianza mutua y de rivalidad que durante demasiado tiempo caracterizó en el pasado las relaciones entre católicos y protestantes”.
De este modo, continuó, estudiando con rigurosidad y sin prejuicios, los católicos y protestantes pueden “??distanciarse de los errores, las exageraciones y los fracasos, reconociendo los pecados que llevaron a la división”.
“Todos somos conscientes de que el pasado no se puede cambiar. Sin embargo, hoy, después de 50 años de diálogo ecuménico entre católicos y protestantes, es posible hacer una purificación de la memoria”.
Esto, señaló el Papa, “no consiste en realizar una corrección inactuable de lo que ocurrió hace quinientos años, sino en ‘contar esta historia de una manera diferente’, sin rastro alguno de aquel rencor por las heridas ocasionadas que distorsiona la visión que tenemos los unos de los otros”.
Francisco alentó luego a derribar los prejuicios y exhortó “a invocar juntos de Dios el don de la reconciliación y de la unidad”.
“Mientras acompaño con la oración vuestro valioso trabajo de investigación histórica, invoco sobre todos vosotros la bendición de Dios Todopoderoso y Misericordioso. Y os pido, por favor, que recéis por mí. ¡Que Dios nos bendiga a todos!”, concluyó.
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