El nuevo beato, escribe el Santo Padre, conocía «la necesidad que tenemos de la misericordia divina y dedicó muchas energías personales para animar a las personas que trataba a acercarse al sacramento de la confesión».
El Papa también destaca la pasión de Álvaro del Portillo por acercar a todos el rostro amable y misericordioso de Cristo y por ayudar a los demás: «Recorrió muchos países fomentando proyectos de evangelización, sin reparar en dificultades, movido por su amor a Dios y a los hermanos. Quien está muy metido en Dios sabe estar muy cerca de los hombres».
El mensaje concluye con las siguientes palabras: «Pido, por favor, a todos los fieles de la Prelatura, sacerdotes y laicos, así como a todos los que participan en sus actividades, que recen por mí. Que Jesús los bendiga y que la Virgen Santa los cuide».
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