La religiosa benedictina, Teresa Forcades, que solicitó de su abadesa un permiso de exclaustración para poder liderar un movimiento de izquierdas independentista en Catalunya, ha sido la primera víctima del 27-S, fecha de las elecciones catalanas.
Ni siquiera se han convocado las elecciones y la religiosa se ha quedado sin poder concurrir a ellas a través de su formación Procés Constituent, que fundó junto con el economista, ya un poco mayor, Arcadi Oliveres. La asamblea de Procés Constituent lo decidió el sábado por una mayoría aplastante (220 votos contra 126) no concurrir a las elecciones al lado de Podemos e ICV. No solo esto; ni siquiera votó a favor de que se presentara esta formación en solitario, como deseaba Teresa Forcades, ni con la CUP. Arcadi Oliveres impuso sentido común diciendo que no se podía correr el riesgo de caer en un gran ridículo, compitiendo frente a “Catalunya, “sí que es pot”, de Podemos e ICV, y “Junts pel sí” formación ésta compuesta por Artur Mas (CDC) y Oriol Junqueras (ERC).
El panorama político se está clarificando. Los independentistas, es decir los partidos Convergència y Esquerra se han unido en una única formación, y tal vez caminando hacia la unificación de los dos partidos en una única fuerza independentista de izquierdas.
La exclaustración le ha servido de muy poco a Teresa Forcades, por el momento. Desde luego, los medios han dejado de interesarse por aquella monja con hábito religioso que iba a los mítines. Desde que dejó suelto su pelo gris y su hábito se convirtió en una blusa salpicada de rosas de color de rosa, Teresa Forcades ha perdido su encanto para los medios. Teresa Forcades se creía una líder que arrastraba. Inteligencia no le falta nada, pero hacer política no es cosa de inteligentes, sino de habilidad, perspicacia, de regate corto y largo, de estrategia, de táctica, de captar el interés del público, tener cintura para saber ondular discursos y pactos complicados, y conocer las fuerzas que mandan en la sombra.
Se equivocó Forcades cuando, ya ex claustrada temporalmente, cogió el avión para embarcarse en la “Flotilla de la Libertad” y protestar contra Israel por el trato dado a los palestinos en Gaza. Olvidó Forcades que la opinión catalana es más pro israelí de lo que parece, y se le hizo silencio. Al final, tuvo que volver a tierra firme por indisposición. Fue el primer aviso de que en política no todo es coser y cantar. La Flotilla no tuvo eco mediático apenas y Forcades se embarcó porque dada su popularidad adquirida en Catalunya creía que daría realce publicitario a la Flotilla internacional.
El segundo y más grave revés es cuando quiso liderar la candidatura de izquierda radical “Catalunya sí que es pot”, enfrascándose en discusiones con los comunistas del histórico PSUC, que son los de Iniciativa y de Podemos. Estos, poco o nada amantes de monjas o ex monjas, decidieron romper con Procés Constituent. Segundo gran fiasco. Porque las cosas desde el convento son de una manera, pero cuando se toca la política real en que la gente hoy te eleva en un pedestal y mañana te tira piedras para hacerte caer del mismo, las cosas son distintas.
Hay un refrán castellano, tan viejo como el Imperio Romano que dice: “zapatero a tus zapatos”. Es complicado ser monja, partidaria del chavismo venezolano, de la revolución marxista de Podemos, del independentismo radical catalán y comulgar con el materialismo ateo de una izquierda más tradicional que nueva. Además, en el mundo eclesiástico se veía con poca simpatía que una monja se dedicara a la política porque los clérigos deben ser signo de unión entre el pueblo y no de división. ¿Volverá al convento Teresa Forcades? La decisión se tomará tres el periodo electoral.
La nueva abadesa del monasterio de San Benet de Montserrat, Mar Albajar, donde pertenece Teresa Forcades, ha declarado en todas partes estos días que si en algo se distingue la comunidad de monjas benedictinas de Sant Benet es que es “una comunidad plural”, donde no importa lo que piensa cada monja, sino su sentido y unidad comunitarios, orientados hacia el espíritu y la contemplación.
Es cierto que la candidatura “Catalunya sí que es pot” apreció un acercamiento de Procés Constituent hasta el punto que pensó en Arcadi Oliveres para encabezar la candidatura a la presidencia de la Generalitat. Este dijo que no, que no era persona con ribetes institucionales, y además pensó que sería manejado por los hombres y mujeres de Podemos e ICV.
Al final, la candidatura será encabezada por el líder vecinal Lluís Rabell, que no es ningún jovencito y tengo dudas de que arrastre a la juventud. Lluís Rabell, que nadie duda de su izquierdismo y de su antifascismo, ha tenido que esconder su primer apellido, pues en realidad se llama Lluís Franco Rabell. ¡Ah el apellido “Franco”! No encaja con liderar una izquierda radical.
Ha declarado Joan Herrera, coordinador de ICV que no va a la lista de “Catalunya sí que es pot”, reservándose para ir de candidato a Madrid, que si Artur Mas va como presidente de la Generalitat se lo debe a Esquerra Republicana que vio a Mas “muy tocado” y en baja forma, y por eso “Esquerra le ha cedido el liderazgo”.
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