Rosa María Palacios, las 116 páginas y lo que no quiso leer

Hoy en Perú hay muchas polémicas: el proyecto de ley de Cunas Salvadoras al que la prensa no le ha dado ni el más mínimo espacio, el proyecto de ley (¡Miren que son la misma cosa: proyectos de ley!) de la Unión Civil de la que los medios no paran de hablar, y un largo etcétera. Sin embargo, lo que más está en boca de todos ahora es el tema del «Currículo Nacional de Educación Básica». Algunos lo defienden y otros lo consideramos dañino pues incluye los presupuestos de la ideología de género. Al respecto, me ha llamado muchísimo la atención el artículo de la señora Rosa María Palacios titulado «Los fariseos de la palabra». Aquí me voy a atrever a comentar este artículo confiando en la buena disposición de esta influyente periodista a recibir la crítica desde la búsqueda de la verdad y no desde una visión de confrontación innecesaria.

La señora Rosa María Palacios comienza estableciendo las bases del panorama: ella es católica y practicante, y se ha leído las 116 páginas del currículo. Así, se entiende que tiene buena fe y que tiene autoridad para hablar sobre el tema porque lo ha leído en su plenitud, no como los «miles de ciudadanos que, sospecho, no han leído, con calma, las 116 páginas del hoy famoso currículo». ¿Que ésta es una generalización gratuita? Pues sí, pero vamos a pasarla por alto, porque muy probablemente tenga razón: 116 páginas en uno de los países con peor hábito lector del mundo asustan.

Lo que, en cambio, no podemos pasar por alto es el hombre o muñeco de paja que se construye aún antes de asentar su altura, para ridiculizar la posición contraria a la suya: Según se lee en el artículo, la posición de quienes nos oponemos a este currículo es la siguiente: que «promueve el uso de anticonceptivos en niñas de 12 años, la masturbación masiva o que los niños y niñas usen los mismos baños». Y lo fundamenta citando un artículo de Aciprensa en el que, supuestamente se diría todo aquello.

En esta nota se hace referencia a declaraciones de varias personalidades. El Congresista Marco Enrique Miyashiro Arashiro lo único que dice del currículo es que «vulnera los derechos constitucionales del niño y la familia» y que el documento plantea «que no existe diferencia física de género». No creo que Rosa María Palacios se refiera al héroe nacional que capturó a Abimael Guzmán como uno de esos «miles» que no han leído las 116 páginas, pero aun así esos dos comentarios se le escapan y no los atiende. Lo siguiente que dice el congresista no hace referencia al texto en sí del currículo sino a las consecuencias que se podrían desprender de él, y lo hace en forma de preguntas: «¿Pronto todos querrán usar los mismos baños?» ¡No afirma que eso se diga en el documento! Señora Rosa María, lo que hace usted se llama reducir el argumento del contrario a un hombre de paja, y es una falacia. Luego, las otras preguntas del congresista son: «¿Los síntomas hormonales del periodo menstrual son estereotipos? Es decir: ¿Los abusadores infantiles tendrán ventaja ante la confusión de estereotipos?» ¡Qué cosa que la señora Palacios se olvide también de estas otras dos preguntas! ¿No será que no le interesaban para su hombre de paja?

El artículo de Aciprensa también cita a dos congresistas más: Nelly Cuadros Candia y Juan Carlos Gonzales, pero no atiende a sus palabras porque, claro, como no alimentan su falacia sino que son palabras de las que no se puede sacar nada por ningún lado, pues ya está. A hacerse la despistada, y como la gente no lee seguro que nadie se da cuenta.

Sin embargo, sí cita a Sergio Burga, de la Oficina para América Latina del Population Research Institute (que, todo hay que decirlo, no es ninguna entidad representativa en esta polémica), quien afirma que el currículo «introduce términos y parámetros propios de la ideología de género». Esto también es ignorado por la tan lectora y atenta periodista. Luego Burga dice que esos términos han sido usados en otros países «para imprimir manuales […] (como a la señora sólo le parece importante lo último, me salto una parte, aunque tenga sentido) donde la masturbación y las relaciones sexuales homosexuales son parte del autoconocimiento y contribuye a la formación de la propia identidad». Señora Rosa María, que eso se ha dado en otros países no me lo va a negar, ¿verdad? El señor Burga dice que los términos son importantes, y que de estos se han desprendido en otros países ciertas políticas. Si ya a usted no le parece, puede rebatirlo. Lo que no puede hacer es poner en boca de nadie palabras que no ha dicho. Él no ha dicho que en el currículo esté explícitamente la masturbación ni las relaciones homosexuales. No vaya a ser que el fariseísmo interpretador le corresponda a usted.

Inmediatamente después, Burga afirma algo que también le gusta a la periodista: que el currículo «promueve los derechos sexuales y reproductivos para adolescentes, es decir fomenta el uso de anticonceptivos desde los doce años y sin autorización de los padres». Esto sí que es una interpretación particular, aunque no sin fundamento. Los «derechos sexuales y reproductivos» se han usado ya por este mismo gobierno con la nueva «Guía Técnica de Planificación Familiar» del MINSA, donde se da, textualmente, lo que aquí se afirma. Y que se mencionan estos términos lo sabe cualquiera (como usted) que haya leído las páginas 30 y 31.

Finalmente, a la señora Rosa María Palacios se le escapa de nuevo algo que también está en el artículo de Aciprensa: que «la Asociación la Familia Importa – Perú lanzó una campaña de recolección de firmas a través de la plataforma internacional CitizenGo». Si a la periodista le hubiera movido un poco el espíritu de búsqueda de la verdad, lo que habría hecho es entrar al enlace y ver la descripción de la campaña, donde se indica que la polémica está, básicamente, en la página 16. ¡No tenía que leerse todas las 116 páginas para comprender el asunto y la postura de los críticos! ¡Con leer una sola le bastaba!

En su artículo, querida periodista, menciona usted la página 10, la 12, la 24, la 30… páginas que no hacen referencia a la polémica y la crítica que se le hace al currículo. De nuevo usted lo que hace es un muñeco de paja muy bonito. Dice: ‘¡Esto es lo que critican!’ y lo destruye. No es eso, señora, no. Lo que se critica con toda claridad es el numeral 4, como usted bien indica.

Lo que usted dice es: «En la página 16 está el ‘Enfoque de igualdad de género’. ¡Bingo! Como género es ya casi una palabra pecaminosa ahí tenía que estar el sexo. Pero que desilusión. Se propone fomentar los valores de igualdad, dignidad, justicia y empatía. ¿Tal vez será la justicia lo que molesta?» Lo primero es que se parte de una búsqueda errada fundada en un hombre de paja. Dice usted «ahí tenía que estar el sexo», así que busca algo que nosotros no. El numeral 4 no es criticable porque hable de sexo, sino porque parte de todos los presupuestos sobre los que se erige la ideología de género.

En este numeral se menciona que «la Igualdad de Género se refiere a la igual valoración de los diferentes comportamientos, aspiraciones y necesidades de mujeres y varones». La Igualdad de género no es igual valoración de personas, es igual valoración de comportamientos. ¡Me dirá usted que está de acuerdo con esto! Jamás se ha considerado la igualdad en base a los comportamientos, por eso existen los delitos, que son comportamientos. No valoramos menos a nadie, pero sí podemos decir que ciertos comportamientos son buenos o malos. Se llama «ética» y es una disciplina filosófica. Para la ética de la ideología de género, aquí explícita, da igual cuál sea tu comportamiento sexual. Es ahí donde discrepamos con todo derecho de libertad de expresión. Si un currículo lo impone, se pierde esa libertad.

En el segundo párrafo, el currículo indica que «Si bien aquello que consideramos ‘femenino’ o ‘masculino’ se basa en una diferencia biológica-sexual, estas son nociones que vamos construyendo día a día, en nuestras interacciones». ¿Que lo masculino y lo femenino lo vamos construyendo día a día? Discúlpeme, señora Palacios, pero es lo que dice el documento que tan profusamente ha leído usted. Mire, lo masculino y lo femenino están ya bien determinados desde el momento en que el óvulo X se junta con un espermatozoide X o Y. Esta expresión «que vamos construyendo día a día» es tan clara muestra de la ideología de género en que está basada que es como si alguien hablara en favor de la lucha de clases y el empoderamiento del proletariado sin pretender ser comunista, o como si alguien mencionara que cree en la Santísima Trinidad, en la Virgen María, en los Santos y en la Tradición y Magisterio de la Iglesia sin pretender ser católico.

Por último, donde se menciona el valor de la Igualdad y Dignidad, se afirma el «Reconocimiento al valor inherente de cada persona, por encima de cualquier diferencia de género». Luego se ponen ejemplos en los que sólo se habla de hombres y mujeres pero, exactamente, ¿cuántos géneros hay para que se hable de cualquier diferencia? Se requiere mínimo de 3 géneros porque donde hay 2 sólo existe una diferencia: o uno u otro. Decir «cualquier diferencia de género» es decir que se presupone la existencia de un elevado número de géneros, más allá de hombre y mujer. Y no es una interpretación farisaica, es comprensión lectora.

Por eso, querida Rosa María Palacios, la sociedad peruana está alterada. No porque no habiendo leído están siendo engañados, sino porque en este currículo se impone a todas las escuelas públicas y privadas una visión ideologizada y parcial. Me parece muy bien si un grupo de personas que soportan esta ideología abren un colegio y que los padres que quieran que sus hijos se eduquen bajo las premisas del género los manden allá. Lo que no tiene sentido es que se vulnere el derecho a la patria potestad en la libertad de escoger la educación moral que los padres quieran para sus hijos porque esto se impone a todos los colegios. Lo que no tiene sentido es que se vulnere el derecho de libertad de expresión de los profesores porque estarán obligados a enseñar lo que el currículo impone. Lo que no tiene sentido es que se vulnere el derecho de las instituciones educativas a tener una cosmovisión particular. No es una cuestión religiosa, sino de derechos. Sobre todo porque si fuera una cuestión religiosa, usted que se considera tan católica y practicante, habría hecho caso de las palabras del Santo Padre que tanto usted admira, el Papa Francisco: «Adoctrinar niños con ideología de género es una maldad».

Javier Gutiérrez 

Currículo Nacional de Educación Básica: http://www.minedu.gob.pe/curriculo/pdf/curriculo-nacional-2016-2.pdf

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