Es la primera vez que un Obispo de Roma visita una parroquia anglicana en la capital italiana. La invitación realizada al Papa para visitar y hablar ante esta comunidad anglicana se produjo en el contexto del 200 aniversario de la parroquia.
El Obispo de la Diócesis de Europa de la Iglesia de Inglaterra, Robert Innes, recibió al Santo Padre. En sus palabras de bienvenida, le recordó las diferentes ocasiones en que se reunió con líderes anglicanos y le agradeció su labor ecuménica y pastoral.
En su discurso, el Pontífice afirmó que “en el transcurso de estos dos siglos, mucho ha cambiado en la relación entre anglicanos y católicos, que en el pasado se miraban con desconfianza y hostilidad”.
“Hoy, gracias a Dios, nos reconocemos como lo que realmente somos: hermanos y hermanas en Cristo, mediante nuestro común bautismo. Como amigos y peregrinos, deseamos caminar juntos, seguir juntos a nuestro Señor Jesucristo”.
El Pontífice destacó que “católicos y anglicanos estamos humildemente agradecidos porque, después de siglos de desconfianza mutua, ahora somos capaces de reconocer que la fecunda gracia de Cristo está en las obras tanto de unos como de otros”.
“Damos gracias al Señor porque entre los cristianos haya crecido el deseo de una mayor cercanía, que se manifiesta en el rezar juntos, en el testimonio común del Evangelio y, sobre todo, en las diferentes formas de servicio”.
Francisco llamó a tener paciencia en el camino ecuménico, pues “en ocasiones, el progreso en el camino hacia la comunión plena puede parecer lento e incierto, pero hoy podemos trazar el aliento de nuestro encuentro”.
Durante la visita en la parroquia de Todos los Santos, el Papa bendijo un icono de Cristo Salvador. A partir de este icono, reflexionó sobre la misericordia. “La misericordia divina es la fuente de todo el ministerio cristiano”, dijo.
“Cuando nosotros, comunidad de cristianos bautizados, nos enfrentamos a los desacuerdos y nos colocamos frente al rostro misericordioso de Cristo, lo hacemos del mismo modo que lo hizo San Pablo en una de las primeras comunidades cristianas”, afirmó..
El Papa habló de la humildad “que no solo es una bella virtud, sino que es una cuestión de identidad: Pablo se considera como un servidor que no se anuncia a sí mismo, sino a Jesucristo, el Señor. Y cumple este servicio, este ministerio según la misericordia que le fue concedida; no en base a su valentía y contando con sus fuerzas, sino en la fe de que Dios lo mira y lo sostiene con misericordia en su debilidad”.
“Hacerse humilde es reconocerse necesitados de Dios, pidiendo misericordia: es el punto de partida para que Dios actúe en nosotros”, resaltó el Papa.
Además, el Santo Padre destacó que de esa humildad surge “la alegría de ser amados por el Señor y de amarlo. Es nuestro bien más precioso, nuestro tesoro”.
“Somos solo vasos de barro, pero custodiamos en nuestro interior el tesoro más grande del mundo”, dijo luego y subrayó que “San Pablo, pecador arrepentido, humildemente reconoce que es frágil como un vaso de barro. Pero sabe que allí donde hay miseria humana, se abre la acción misericordiosa de Dios”.
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— ACI Prensa (@aciprensa) 26 de febrero de 2017
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