El doctor Vittorio Trancanelli nació en la localidad de Spello, en la provincia italiana de Perugia, el 26 de abril de 1944. Su familia llegó a esta pequeña localidad del centro de Italia en abril de 1944 para huir de los combates de la segunda guerra mundial.
Tras estudiar en Asís, se trasladó a la ciudad de Perugia, donde se licenció en medicina y cirugía. Tras casarse cuando tenía 21 años, él y su mujer, Lia Sabatini, se instalaron en Perugia, donde ejerció su profesión en el Hospital Silvestrini.
En 1976 nació Diego, su único hijo biológico –posteriormente adoptaría a 7 niños–, un mes después de haber sufrido una grave colitis ulcerosa con peritonitis difusa que casi le cuesta la vida.
Esa enfermedad, y la necesaria operación para salvarlo, le dejaron secuelas para el resto de sus días. En concreto, los cirujanos debieron realizarle una ileostomía que llevó hasta su muerte, aunque solo su mujer y algunos amigos lo sabían.
Una vez recuperado de su convalecencia, se reincorporó a la práctica laboral. Su compromiso con los enfermos y su cercanía a los que sufren hizo que sus compañeros lo llamaran “el santo del quirófano”.
En la década de los 80, comenzó a sentirse cada vez más atraído por los textos de la Biblia. Comenzó a estudiar las Sagradas Escrituras y a colaborar con el Centro Ecuménico de San Martín, en Perugia.
Posteriormente, fundó, junto con su mujer y algunos amigos, una asociación cuya finalidad era acoger a mujeres y niños en situación de exclusión social. Su compromiso con los más desfavorecidos fue tan grande que el matrimonio se implicó personalmente y adoptó a siete niños, algunos de ellos con discapacidad.
Tras una etapa de intenso trabajo profesional, sufrió una nueva enfermedad grave y falleció el 24 de junio de 1998.
En su lecho de muerte, rodeado por su mujer y sus hijos, se dirigió a ellos y les dijo: “por esto vale la pena vivir, no por convertirse en alguien, hacer carrera o ganar dinero”.
En su funeral, al que asistió una multitud, el Obispo de Perugia, Mons. Giuseppe Chiaretti, afirmó que “personalmente considero a Vittorio un santo laico”.
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— ACI Prensa (@aciprensa) 27 de febrero de 2017
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