El Superior General de origen venezolano dio estas declaraciones al medio italiano Rossoporpora.org el pasado 18 de febrero, luego que se le preguntara sobre el clericalismo y los fundamentalismos.
Durante la conversación, el P. Sosa señaló que se suele hablar “de fundamentalismo musulmán, islámico, pero no miramos el nuestro”, en referencia a quienes “dicen ser más fieles” al Evangelio.
Ante esto, la publicación preguntó si sería también fundamentalista el Cardenal Gerhard Müller, Prefecto de la Congregación para la Causa de la Fe, por decir que en lo que se refiere al matrimonio las palabras de Jesús son muy claras y que "ningún poder en el cielo y en la tierra, ni un ángel ni el Papa, ni un concilio ni una ley de los obispos, tiene la facultad de modificarlas".
“Antes que nada –respondió el P. Sosa–, sería necesario comenzar una buena reflexión sobre lo que verdaderamente dijo Jesús. En esa época nadie tenía una grabadora para registrar sus palabras. Lo que se sabe es que las palabras de Jesús hay que ponerlas en contexto, están expresadas con un lenguaje, en un ambiente concreto, están dirigidas a alguien determinado”.
Sin embargo, el entrevistador advirtió que “examinar todas las palabras de Jesús y reconducirlas a su contexto histórico significa que no tienen un valor absoluto”.
“En el último siglo –dijo el Superior General–, han surgido en la Iglesia muchos estudios que intentan entender exactamente qué quería decir Jesús... Esto no es relativismo, pero certifica que la palabra es relativa, el Evangelio está escrito por seres humanos, está aceptado por la Iglesia que, a su vez, está formada por seres humanos… ¡Por lo tanto, es verdad que nadie puede cambiar la palabra de Jesús, pero es necesario saber cuál ha sido (esa palabra)!”.
El P. Sosa dijo que se debía hacer un discernimiento de las palabras del Evangelio. “No (pongo en duda) la palabra de Jesús, sino la palabra de Jesús tal como nosotros la hemos interpretado. El discernimiento no elige entre distintas hipótesis, pero se pone a la escucha del Espíritu Santo que, como Jesús prometió, nos ayuda a entender los signos de la presencia de Dios en la historia humana”, afirmó.
Durante la entrevista, el sacerdote venezolano también se refirió a la Iglesia en América Latina y dijo que para comprender el crecimiento de las sectas protestantes se debe partir de la época de la conquista.
“La Iglesia de América Latina nace del sistema colonial: los colonizadores eran católicos y la conquista también se hizo en nombre de la religión”, afirmó. El P. Sosa invitó a preguntarse “cuán verdaderamente católica era la América Latina conquistada, cuán profundas fueron las raíces católicas en esta tierra”.
La independencia fue guiada “por personalidades liberales, también a menudo anticlericales; y el positivismo en el siglo XIX era la filosofía más extendida entre las élites del continente. Por otro lado en el catolicismo popular era frecuente la fuerte influencia de elementos religiosos indígenas, casi como si los dioses originales fueran en el fondo solo enmascarados con nombres católicos para poder sobrevivir en una sociedad que había impuesto el catolicismo como ideología”, afirmó.
Para el Superior General, las reducciones que se desarrollaron durante el Virreinato eran misiones y no proselitismo.
“El contexto histórico de las reducciones era la colonia, caracterizado por una sociedad en la cual el proselitismo respondía a la necesidad de someterse al poder convirtiéndose en católicos”.
“Los jesuitas de las reducciones han apuntado en cambio a la conservación de la cultura indígena reforzándola del punto de vista socio-económico. No era obligatorio ser católicos en las reducciones: se hacía la propuesta del Evangelio, no era una imposición. No era por tanto proselitismo, instrumento de propaganda utilizado por el poder para acrecentar sus números”.
“La misión no pretende ajustar la diversidad cultural existente: ¡no necesita renunciar a la propia cultura para hacerse cristiano! Esta es también la sustancia de la gran batalla de San Pablo contra la imposición de la ley judía: no nos dejemos esclavizar, fuimos liberados por la Cruz de Cristo. Por tanto la ley, que es imposición cultural, es superada”, resaltó.
Finalmente, sobre Venezuela, el P. Sosa señaló que cuando en 2013 Nicolás Maduro tomó el puesto del fallecido Presidente Hugo Chávez, “la deriva autoritaria era ya bien clara”, con “los espacios democráticos muy restringidos” con el fin de perseguir el socialismo del siglo XXI.
Indicó que la población está desesperada y por tanto no se sabe qué podrá suceder y que se necesita “un gobierno de unidad nacional” fruto del diálogo entre el gobierno y la oposición, con presión de la comunidad internacional. “El pedido de elecciones es de gran importancia”, subrayó.
“La única posibilidad de debilitar” al gobierno de Maduro “es el diálogo”, señaló.
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— ACI Prensa (@aciprensa) 21 de febrero de 2016
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