Así lo indicó el Prelado en su última carta semanal en la que dio gracias por la ordenación de los presbíteros José Miguel Bracero Carretero y Francisco Antonio López López realizada el 23 de junio.
En su columna, el Obispo dijo que “los nuevos sacerdotes y los que se preparan a serlo no han caído del cielo, sino que han nacido en el seno de una familia. Bendita familia en la que Dios llama a alguno de sus miembros para el sacerdocio o para la vida consagrada”.
La vocación de un sacerdote, continuó, “supone un gran regalo de Dios y supone un sacrificio para la familia, una generosa donación a fondo perdido. Dios recompensará como sabe hacerlo esta generosidad de los padres, dando su hijo para el seminario, para el sacerdocio”.
“Encontrar apoyo en la propia familia es una gran ayuda para el que da este paso, y es una gran ayuda para mantenerse fiel en esta vocación. Gracias, padres y madres. Dios llama a vuestros hijos, vosotros los ofrecéis para que sirvan a Dios y a los hombres”.
El Obispo de Córdoba recordó que “Jesucristo sostiene a su Iglesia, manteniéndola fiel al Evangelio. Él ha tocado el corazón de estos jóvenes y los ha llamado a seguirle. Él los consagra ministros suyos, para que actúen en su nombre y con su autoridad, in persona Christi” (en la persona de Cristo).
Mons. Fernández resaltó asimismo que “junto a estos jóvenes, Jesucristo sigue llamando a otros muchos jóvenes por todos los lugares de la tierra para que prolonguen esta sagrada misión hasta el final de los tiempos”. “Es asombroso constatar que Jesús sigue llamando y cómo muchos jóvenes le responden positivamente. Gocemos de este gran acontecimiento eclesial y social”, agregó.
El Obispo de Córdoba también se refirió a la importancia del seminario en la vida de un sacerdote y dijo que este es “el corazón de la diócesis, (…) el seno materno en el que son gestados los nuevos presbíteros. Y todo periodo de gestación es especialmente delicado y requiere especiales atenciones. Damos gracias a Dios porque nos concede una comunidad viva en el seminario”.
“Esta fiesta es para todos y estimula a todos a seguir trabajando en esta dirección, la de hacer sacerdotes santos, según el Corazón de Cristo”, subrayó.
El Prelado también dijo que una vocación sacerdotal es motivo de alegría para la parroquia y para los sacerdotes que la han acompañado.
“Creo que es una de las mayores alegrías del corazón de un sacerdote. Por eso, los párrocos y todos los sacerdotes que entran en contacto con estos jóvenes se sienten recompensados con creces cuando llega el día de la ordenación sacerdotal”, concluyó.
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