(Aleteia/InfoCatólica) El Papa ha recordado que «Pablo dice: «Yo no he ido a vosotros para convenceros con argumentos, con palabras, con bellos ejemplos…No. Yo he ido de otra manera, con otro estilo. He ido por la manifestación del Espíritu y de su sabiduría. Para que vuestra fe no se fundase en la sabiduría humana, sino en la potencia de Dios’. Así la Palabra de Dios es algo distinto, algo que no es igual a la palabra humana, a una palabra sabia, a una palabra científica, a una palabra filosófica… no, es otra cosa. Llega de otra manera».
Es lo que sucede con Jesús, cuando comenta las Escrituras en la Sinagoga de Nazaret, donde creció. Sus coetáneos, inicialmente, lo han admirado por sus palabras pero después se enfurecen y tratan de matarlo: «Pasaron de una lado a otro, explica el Papa, porque «la Palabra de Dios es algo distinto a la palabra humana». De hecho, Dios nos habla en el Hijo, «es decir, la Palabra de Dios es Jesús, Jesús mismo» y Jesús «es motivo de escándalo. La Cruz de Cristo escandaliza. Y esa es la fuerza de la Palabra de Dios: Jesucristo, el Señor. ¿Cómo debemos recibir la Palabra de Dios? Como se recibe a Jesucristo. La Iglesia nos dice que Jesús está presente en la Escritura, en Su Palabra». Por esto, afirma el Papa, «es muy importante leer durante la jornada una cita del Evangelio».
Encuentro con Jesús
«¿Para qué, para aprender? ¡No! Para encontrar a Jesús, porque Jesús está en Su Palabra, en Su Evangelio. Cada vez que leo el Evangelio, me encuentro con Jesús. Pero ¿cómo recibo esta Palabra? Se debe recibir como se recibe a Jesús, es decir, con el corazón abierto, con el corazón humilde, con el espíritu de las Bienaventuranzas. Porque Jesús vino así, en humildad. Vino en pobreza. Vino con la unción del Espíritu Santo».
«Él es la fuerza», prosiguió el Papa, «es la Palabra de Dios porque está ungido por el Espíritu Santo. También nosotros, si queremos escuchar y recibir la Palabra de Dios, debemos rezar al Espíritu Santo, y pedirle esta unción del corazón, que es la unción de las Bienaventuranzas. Un corazón como es el corazón de las Bienaventuranzas».
El Papa ha concluido preguntado:
«Nos hará bien hoy, durante la jornada, preguntarnos: ‘¿Yo ¿cómo recibo la Palabra de Dios? ¿Cómo algo interesante? Ah, el cura ha dicho hoy esto, ¡qué interesante!¡qué sabio, qué sacerdote!’, o ¿la recibo así, con sencillez, porque es Jesús vivo, Su Palabra? Y ¿soy capaz… atentos a la pregunta, soy capaz de comprar un pequeño Evangelio, (¡cuesta poco, eh!), comprar un pequeño Evangelio y llevarlo en el bolsillo y cuando pueda, durante el día, leer una cita para encontrarme allí con Jesús? Estas dos preguntas nos harán bien. Que el Señor nos ayude».
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