El otro día, cuando entramos, no estaba tan caliente como otras veces, y es que una estufa se había apagado. Durante la comida estuve pensado esto: “Sólo se ha apagado una estufa y... cómo se nota, ¡¡¡sólo una!!!” Llegué a la conclusión de que es necesario e imprescindible que cada estufa ponga su parte de calor para que todas estemos a gusto.
Lo mismo ocurre en la vida diaria, ¡¡cómo se nota cuando estás con varias personas y alguien tiene su estufa apagada!! Se nota que esa persona no da calor, no da alegría, ánimo, paz ni comprensión.
Tanto en el trabajo como en casa o con los amigos, en donde estés, es necesario e imprescindible que cada uno ponga su parte de “calor”, su parte de amor, de entusiasmo, de ánimo, de amabilidad, de paciencia, para que todos se sientan a gusto.
Hoy te invito a que ores cómo puedes hacer para dar ese calor que los demás esperan y necesitan de ti: con una sonrisa, un abrazo... que se sienta escuchado, querido, comprendido, acogido, valorado... puedes dar un beso, escribir una carta, componerle una canción, hacerle una poesía... Demuéstrale con cualquier detalle que es importante para ti.
Y ya sabes, si te falta el combustible, vete a Cristo, que Él te repone la ilusión y el amor que se te ha acabado; pero lo importante es que Él te lo da para que lo des.
Hoy el reto del amor es que des tu parte de calor a los demás; no dejes que los demás suplan tu calor porque tú tienes tu estufa apagada, sino sé tú mismo y, desde los dones que Dios te ha dado, da un poco del calor que Él pone en tu corazón.
Vive de Cristo.
El otro día, cuando entramos, no estaba tan caliente como otras veces, y es que una estufa se había apagado. Durante la comida estuve pensado esto: “Sólo se ha apagado una estufa y... cómo se nota, ¡¡¡sólo una!!!” Llegué a la conclusión de que es necesario e imprescindible que cada estufa ponga su parte de calor para que todas estemos a gusto.
Lo mismo ocurre en la vida diaria, ¡¡cómo se nota cuando estás con varias personas y alguien tiene su estufa apagada!! Se nota que esa persona no da calor, no da alegría, ánimo, paz ni comprensión.
Tanto en el trabajo como en casa o con los amigos, en donde estés, es necesario e imprescindible que cada uno ponga su parte de “calor”, su parte de amor, de entusiasmo, de ánimo, de amabilidad, de paciencia, para que todos se sientan a gusto.
Hoy te invito a que ores cómo puedes hacer para dar ese calor que los demás esperan y necesitan de ti: con una sonrisa, un abrazo... que se sienta escuchado, querido, comprendido, acogido, valorado... puedes dar un beso, escribir una carta, componerle una canción, hacerle una poesía... Demuéstrale con cualquier detalle que es importante para ti.
Y ya sabes, si te falta el combustible, vete a Cristo, que Él te repone la ilusión y el amor que se te ha acabado; pero lo importante es que Él te lo da para que lo des.
Hoy el reto del amor es que des tu parte de calor a los demás; no dejes que los demás suplan tu calor porque tú tienes tu estufa apagada, sino sé tú mismo y, desde los dones que Dios te ha dado, da un poco del calor que Él pone en tu corazón.
Vive de Cristo.
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