Junto a todo ello, el conflicto creciente de la conciliación entre trabajo y familia está mostrando ya sus consecuencias: insatisfacción y disminución del rendimiento en el trabajo, mayores tasas de absentismo, aumento de la desmotivación, baja productividad, y aumento de las rupturas conyugales: todos estos datos han emergido el pasado fin de semana durante el II Foro Internacional de la Mujer, sobre Mujer, responsable de la civilización del amor y de la vida, organizado por FASTA, en El Escorial; y en el Congreso Nacional de Educadores Católicos, sobre La mujer a contracorriente, un baluarte de la educación, organizado por la Fundación Educatio Servanda, en Alcorcón.
En el primero de ellos, Mar Sánchez Marchori, Directora de la cátedra Mujer profesional de la UCAM, defendió sin embrago que «una mujer profesional tiene una serie de virtudes imprescindibles para el buen funcionamiento de la empresa: mejor gestión del tiempo, son más organizativas y resolutivas, más enfocadas al consenso, y con una mayor capacidad multitarea y de priorización del tiempo; virtudes para las que el cuidado de la familia supone un magnífico ejercicio de aprendizaje, generosidad y desarrollo». Por ello, abogó por «evitar figuras como la mujer elastic-girl o la superwoman, y la separación de trabajo y familia en compartimentos estancos».
Y destacó que, en realidad, «la conciliación es cosa de dos… o más», aludiendo a la responsabilidad de los varones en la familia y a la necesidad de una mayor concienciación de empresas y Administraciones en beneficio de una conciliación efectiva y real.
¿Ayudar? No, compartir
En este sentido, María Sánchez-Arjona, Presidenta de la Fundación Mashumano, durante el Congreso Nacional de Educadores Católicos, apostó por la «corresponsabilidad de hombres y mujeres en el terreno familiar y en el profesional», de modo que «la familia sea una prioridad», para lo cual es necesario «proponer a las empresas trabajar bajo modelos de gestión basados en la flexibilidad donde se prime la productividad individual y no las horas de presencia».
Asimismo, pidió a los hombres «alzar la voz para que sus familias tengan el tiempo y los recursos que necesitan», y entender que, en este nuevo escenario, «ya no se trata sólo de ayudar en la dedicación familiar, sino de compartir».
La Presidenta de Mashumano instó a las empresa a tomar medidas, pues «estamos avanzando a un ritmo demasiado lento». Así, «es clave tener unos horarios más racionales y trabajar en flexibilidad». Para todo ello es imprescindible el concurso de la Administración, que debe, entre otras obligaciones, «diseñar políticas de protección de la maternidad y de conciliación de la vida laboral y familiar, para lograr la igualdad de oportunidades sustantiva».
Unidos, cada uno en su papel
En el mismo Congreso, el sacerdote Javier Mairata, asesor del Centro de Orientación Familiar (COF) de Getafe, desenmascaró la desvinculación y la despersonalización que amenazan hoy los lazos sociales y familiares, y el feminismo que diluye la propia identidad de la mujer. «Las relaciones de pareja se han convertido en un campo de batalla en vez de un lugar de encuentro amoroso», afirmó, defendiendo en su lugar «la complementariedad con el varón, aprendiendo juntos a vivir unidos, pero cada uno en su papel».
Hoy, la mujer tiene «la responsabilidad crucial de encabezar la lucha contra la destrucción de la vida, de regenerar la Humanidad. Y no puede estar sola, porque esta lucha sólo se vence desde la complementariedad», defendió.
Además, lejos de una visión de la mujer «como subordinada al hombre», Mairata miró al Génesis para observar: «Si la mujer es la última en ser creada y después Dios descansa, ¿no podemos ver en ello que la mujer es la obra maestra de la creación?»
Publicado en Alfa y Omega por Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo
Junto a todo ello, el conflicto creciente de la conciliación entre trabajo y familia está mostrando ya sus consecuencias: insatisfacción y disminución del rendimiento en el trabajo, mayores tasas de absentismo, aumento de la desmotivación, baja productividad, y aumento de las rupturas conyugales: todos estos datos han emergido el pasado fin de semana durante el II Foro Internacional de la Mujer, sobre Mujer, responsable de la civilización del amor y de la vida, organizado por FASTA, en El Escorial; y en el Congreso Nacional de Educadores Católicos, sobre La mujer a contracorriente, un baluarte de la educación, organizado por la Fundación Educatio Servanda, en Alcorcón.
En el primero de ellos, Mar Sánchez Marchori, Directora de la cátedra Mujer profesional de la UCAM, defendió sin embrago que «una mujer profesional tiene una serie de virtudes imprescindibles para el buen funcionamiento de la empresa: mejor gestión del tiempo, son más organizativas y resolutivas, más enfocadas al consenso, y con una mayor capacidad multitarea y de priorización del tiempo; virtudes para las que el cuidado de la familia supone un magnífico ejercicio de aprendizaje, generosidad y desarrollo». Por ello, abogó por «evitar figuras como la mujer elastic-girl o la superwoman, y la separación de trabajo y familia en compartimentos estancos».
Y destacó que, en realidad, «la conciliación es cosa de dos… o más», aludiendo a la responsabilidad de los varones en la familia y a la necesidad de una mayor concienciación de empresas y Administraciones en beneficio de una conciliación efectiva y real.
¿Ayudar? No, compartir
En este sentido, María Sánchez-Arjona, Presidenta de la Fundación Mashumano, durante el Congreso Nacional de Educadores Católicos, apostó por la «corresponsabilidad de hombres y mujeres en el terreno familiar y en el profesional», de modo que «la familia sea una prioridad», para lo cual es necesario «proponer a las empresas trabajar bajo modelos de gestión basados en la flexibilidad donde se prime la productividad individual y no las horas de presencia».
Asimismo, pidió a los hombres «alzar la voz para que sus familias tengan el tiempo y los recursos que necesitan», y entender que, en este nuevo escenario, «ya no se trata sólo de ayudar en la dedicación familiar, sino de compartir».
La Presidenta de Mashumano instó a las empresa a tomar medidas, pues «estamos avanzando a un ritmo demasiado lento». Así, «es clave tener unos horarios más racionales y trabajar en flexibilidad». Para todo ello es imprescindible el concurso de la Administración, que debe, entre otras obligaciones, «diseñar políticas de protección de la maternidad y de conciliación de la vida laboral y familiar, para lograr la igualdad de oportunidades sustantiva».
Unidos, cada uno en su papel
En el mismo Congreso, el sacerdote Javier Mairata, asesor del Centro de Orientación Familiar (COF) de Getafe, desenmascaró la desvinculación y la despersonalización que amenazan hoy los lazos sociales y familiares, y el feminismo que diluye la propia identidad de la mujer. «Las relaciones de pareja se han convertido en un campo de batalla en vez de un lugar de encuentro amoroso», afirmó, defendiendo en su lugar «la complementariedad con el varón, aprendiendo juntos a vivir unidos, pero cada uno en su papel».
Hoy, la mujer tiene «la responsabilidad crucial de encabezar la lucha contra la destrucción de la vida, de regenerar la Humanidad. Y no puede estar sola, porque esta lucha sólo se vence desde la complementariedad», defendió.
Además, lejos de una visión de la mujer «como subordinada al hombre», Mairata miró al Génesis para observar: «Si la mujer es la última en ser creada y después Dios descansa, ¿no podemos ver en ello que la mujer es la obra maestra de la creación?»
Publicado en Alfa y Omega por Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo
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