
En el texto, recibido en la Agencia Fides, el obispo subraya que no sólo en México, sino en todo el mundo, la realidad de la movilidad humana está marcada por “una globalización que pierde de vista a la persona y a Dios; marcada por la inseguridad y por la violencia del crimen organizado. Frecuentemente ya no es una movilidad que abra el horizonte de la vida a las personas”.
El obispo recuerda que en México la iglesia cuida directamente de los migrantes en 60 casas y centros de atención, gracias al servicio generoso de laicos, consagrados y ministros ordenados. Además, en el diálogo con las instituciones, se compromete a promover leyes y normativas según los principios de la justicia y de la caridad para con estos hermanos.
“Al celebrar el Día Nacional del Migrante en México, - concluye el mensaje - hacemos un llamamiento a nuestras Autoridades y a todas las personas de buena voluntad, a continuar luchando porque nuestra Nación sea un espacio abierto a la Migración digna, en la justicia y la paz, recordando que todos estamos en camino hacia el lugar definitivo que es Dios mismo”.
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