No son pocos los que se preguntan cómo se ha llegado a la actual situación de emergencia ante la avalancha de refugiados que intentan llegar a Europa a través del Mediterráneo huyendo de la guerra y de la miseria que se vive, principalmente, en Siria y Libia.
Entre los expertos que se hacen esta pregunta, Lluís Uría, redactor jefe de Internacional en el diario La Vanguardia, expone algunos de los errores de la política exterior de Europa y su fracaso para encontrar una solución.
Lo hace en el artículo “El legado de los liberadores’, publicado en ese periódico el pasado sábado, 19 de septiembre, del que se pueden extraer hasta ocho anotaciones sobre actuaciones cuestionables en Siria o Libia, que han facilitado la expansión del Estado Islámico.
1. Todo empezó en Irak. “Que el EI reciba apoyo financiero de países del Golfo, o que se haya podido beneficiar del aliento solapado del régimen sirio, no oculta el hecho de que el monstruo es un hijo directo de la azarosa intervención militar en Irak”, asegura Uría en su artículo.
“Si tras la victoria, Estados Unidos no hubiera tomado la imprudente decisión de desmantelar el ejército iraquí; si hubiera sido capaz de frenar las ansias de venganza de los chiíes -liberados tras años de sometimiento- sobre la minoría suní... el EI no tendría hoy la fuerza que tiene”, añade.
2. El 19 de marzo de 2011 Nicolas Sarkozy “anunció que los aviones de combate Rafale surcaban en ese momento el cielo de Libia prestos a impedir el avance de una columna de blindados del coronel Muamar el Gadafi sobre la ciudad rebelde de Bengasi”.
Se iniciaba así la intervención de una coalición internacional liderada por Francia y el Reino Unido, mientras Estados Unidos se quedaba en segundo plano, para acabar con el régimen de Gadafi, que culminaría un mes después con su muerte.
“Cuatro años después, […] El balance de la aventura es devastador. Los países europeos, que hicieron de todo por derribar a Gadafi -hasta arrojar lanzamisiles en paracaídas a las milicias rebeldes sin preguntar sus apellidos- se desentendieron después”, señala Uría.
3. Libia, un país roto. El redactor jefe de Internacional de La Vanguardia considera que el resultado de aquella aventura es que “Libia es hoy un país roto, fragmentado”, que “tardará todavía mucho tiempo en recobrar una mínima estabilidad”.
Mientras tanto, “dos gobiernos se disputan la hegemonía -el Gobierno legítimo, reconocido internacionalmente, refugiado en Tobruk, y el Congreso Nacional General, controlado por los islamistas, en Trípoli-, mientras las milicias yihadistas de Ansar al Sharia y del Estado Islámico afianzan sus reinos de taifas”.
4. Refugiados de Siria y de Libia. “Hoy decenas de miles de refugiados de la guerra en Siria llaman a las fronteras de Europa a través de Grecia y Hungría”, huyendo de la guerra y el hambre, pero hay que considerar “el alud de personas que aún lo siguen haciendo de Libia”.
5. Deficiente política exterior. Aunque el drama de los refugiados no es solo un problema y responsabilidad europeo, como señala Uría, “lo que está sucediendo no es en absoluto ajeno a las inconsecuencias de la política exterior occidental. En el caso de Libia, desde luego. Pero en el de Siria también”, subraya.
6. Una propuesta de paz ignorada. El autor de “El legado de los liberadores” añade a sus argumentos que “el expresidente finlandés Marti Ahtisaari -premio Nobel de la Paz- recordaba esta semana, no sin pesadumbre, que los países occidentales desdeñaron en el 2012 una propuesta de paz de Rusia para Siria -su gran aliado en Oriente Medio- que incluía, entre otras medidas, la retirada de Bashar el Asad”, lo que supuso “un grave error de cálculo”.
7. La aparición del Estado Islámico. “Tres años después, Asad sigue ahí. Y la cruenta guerra civil siria, que ha expulsado del país a más de cuatro millones de refugiados -y desplazado a siete millones más-, se ha visto agravada por la aparición del siniestro Estado Islámico y la proclamación, en junio del 2014, del llamado califato”.
“Los yihadistas controlan hoy buena parte del territorio de Siria y el oeste de Iraq, sin que los bombardeos aéreos de la coalición internacional hayan podido hasta el momento revertir el curso de la guerra”, destaca.
8. Acabar con el EI, una tarea difícil. Lluís Uría advierte de que “la solución al intrincado conflicto sirio será pactada o no será”, pero “ningún acuerdo será suficiente si no se derrota al Estado Islámico. Una tarea que todo el mundo prevé larga y difícil”, concluye.
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