CANADÁ Y EL SUICIDIO ASISTIDO

CANADÁ VA HACIA EL SUICIDIO ASISTIDO CASI SIN LIMITES.                                                        Otra nueva manifestación de la “sociedad desvinculada” de que habla Josep Miró.
Por Carlos Alvarez Cozzi
La Comisión Federal para la Eutanasia y el Suicidio Asistido ha publicado un informe con las recomendaciones que cree deberían formar parte de la ley.
Según Alex Schadenberg, presidente de Euthanasia Prevention Coalition (EPC), en declaraciones al diario “Life Site News”, estas recomendaciones ofrecerían una “eutanasia muy abierta y sin límites”, altamente permisiva y que se materializaría en una ley “muy abusiva” que dejará indefensos a miles de pacientes.
“Aún no sabemos qué dice el proyecto de ley”, afirma Schadenberg, “pero hemos visto las recomendaciones y, básicamente, es un modelo abierto y muy permisivo con pocos límites y controles que la delimiten. Se están cumpliendo los pronósticos del peor escenario posible”.
El Comité dificulta el derecho a la objeción de conciencia de los ciudadanos. Encarga a las instituciones públicas sanitarias, que se financian con dinero de los contribuyentes, que faciliten la eutanasia y el suicidio asistido. Afirma que los médicos que invoquen la objeción de conciencia, deberán, como mínimo, proporcionar a sus pacientes una alternativa a su “derecho” a poner fin a su vida.
También recomienda que los profesionales de la enfermería, así como los doctores, sean animados a practicar la eutanasia a sus pacientes y ayudarles a cometer suicidio. Asegura “que los niños y los menores de edad que sean lo suficientemente maduros, tienen derecho a la eutanasia y que se debería plantear una legislación que lo permita de aquí a dos-tres años”. Es la misma solución de las legislaciones de los Países Bajos, que le han servido de modelo, que viola además de la lógica, -porque los menores de edad no pueden disponer por sí-, también la patria potestad o la tutela de sus representantes legales, porque no serán consultados.
El director de EPC condena que quieran permitir la eutanasia en casos de depresión tratable y solicita al Comité revisar estas recomendaciones. 
Otro punto dice que “el sufrimiento físico o psicológico duradero e intolerable para la persona debe ser reconocido como un criterio para poder optar al suicidio asistido”.
Dicho informe recomienda “exactamente el mismo sistema que opera en Bélgica y los Países Bajos”, es decir, dos médicos deciden si pueden hacerlo y luego uno de ellos pone fin a la vida del solicitante.
“No hay una supervisión de terceras personas”, dice, “y en caso de que algo salga mal, la única persona capaz de denunciar el error es el fallecido”. Schadenberg critica las recomendaciones del Comité, y asegura que las mismas implican un riesgo muy grande para aquellos pacientes con enfermedades como la demencia o el Alzheimer.
El informe del Comité especifica que para llevar a cabo la eutanasia, el paciente debe reunir dos condiciones. Tiene que saber de que padece y ser completamente capaz de tomar la decisión de escoger la eutanasia o el suicidio asistido con lucidez.
“Una vez que el paciente ha sido declarado incapaz de tomar legalmente una decisión vinculante, no hay vuelta atrás”, dice Schadenberg, “es tarde para cambiar de opinión y la familia no puede proteger al paciente frente a los médicos”.

La receta que se quiere aplicar en Canadá es bien conocida. Ya la han legalizado países como Holanda y Bélgica, y en los mismos se ha llegado a una gran desconfianza de todo paciente que debe de practicarse cualquier intervención quirúrgica. Los médicos, en esos países, han pasado a ser semidioses, que deciden quien debe vivir y quien debe morir. Una cultura del descarte, materialista, que en lugar de propender a la integración, sanación y protección del ser humano, está dirigida a consagrar la “cultura de la desvinculación”, de la que habla el intelectual español Josep Miró en su obra “La sociedad desvinculada”. Es otra manifestación suprema del relativismo moral que la posmoderna sociedad quiere imponer a los ciudadanos. Es hora de tomar conciencia. Aún estamos a tiempo.

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