Los ordinariatos son las jurisdicciones eclesiásticas creadas por Benedicto XVI para acoger a cientos de miles de anglicanos que decidieron ingresar a la plena comunión de la Iglesia Católica desde principios de 2011.
“En primer lugar está la visión ecuménica del Concilio. Como he argumentado en otro lugar, el propósito principal del Culto Divino es el mantenimiento del patrimonio anglicano en la Iglesia Católica. El misal del Culto Divino, en sus propias palabras, ‘expresa y preserva para el culto católico el digno patrimonio litúrgico anglicano, entendido como aquello que ha nutrido la fe católica a lo largo de la historia de la tradición anglicana y ha impulsado aspiraciones hacia la unidad eclesial’”, dijo el sacerdote.
En un artículo publicado por Catholic Herald, el P. Bradley afirma que lo que comenta significa “una encarnación no de principios litúrgicos sino ecuménicos. Y una lectura atenta de los documentos conciliares demuestra que estas dos ideas a menudo se sostienen en un tándem”.
Por ejemplo, sostuvo, que el decreto Unitatis Redintegratio (UR), sobre el ecumenismo, tiene numerosas referencias a la liturgia sagrada.
Entre ellas que las comunidades eclesiales separadas de la comunión plena de la Iglesia Católica tienen una forma de adoración que a veces muestra “rasgos notables de la liturgia que compartieron con la Iglesia de antaño”.
En segundo lugar, explica el P. Brandley, se encuentra la nueva flexibilidad estructural propuesta por el Concilio Vaticano II.
“El decreto sobre la vida y el ministerio de los sacerdotes, Presbyterorum ordinis, sugiere que la mejor distribución de los sacerdotes podría ser determinada por ‘diócesis o prelaturas personales especiales’ (PO 10)”.
Durante la redacción de Unitatis Redintegratio, prosigue el P. Bradley, “el Arzobispo de Zagreb, Franjo Šeper, quien como Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe supervisaría más adelante la Disposición Pastoral para los anglicanos en los años ochenta, habló de mantener la integridad estructural de las Iglesias Orientales a condición de que acepten la primacía: ‘Se les debe permitir conservar la estructura que tienen ahora. No debe haber latinización, especialmente en asuntos litúrgicos’”.
“No es difícil ver cómo este principio fue llevado primero a la Disposición Pastoral y, ahora, a los Ordinariatos. Y así, si esta vida litúrgica distintiva es esencial para el propósito de los Ordinariatos personales, también lo es su estructura; uno tiene sentido con lo otro”, aseguró el presbítero.
Finalmente, el P. Brandley alentó a todos los católicos a descubrir el rico patrimonio litúrgico anglicano “que ahora está felizmente en casa en las comunidades del Ordinariato”.
“Al mismo tiempo les diría: animen a los Ordinariatos a lograr una articulación más clara de esta visión”.
“Una que vea la liturgia y las estructuras de la Iglesia orientadas hacia el mismo fin. De esta manera no sólo se enriquecerá la vida litúrgica de la Iglesia, sino que su unidad se articulará más plenamente: un signo profético de la realización del Reino de Dios”, concluyó.
La comunión anglicana sufrió una importante ruptura interna luego de que algunas de sus comunidades aprobaran la ordenación de obispos homosexuales y mujeres "obispos". En noviembre de 2009, el Papa Benedicto XVI publicó la constitución apostólica Anglicanorum coetibus, en la que establece el modo en el que los anglicanos que así lo deseen puedan ingresar a la comunión plena de la Iglesia Católica.
El 15 de enero de 2011, la Santa Sede anunció la creación oficial del Ordinariato Personal de Nuestra Señora de Walsingham para Inglaterra y Gales, como "una estructura canónica que permite una reunión corporativa de tal modo que los ex anglicanos pueden ingresar a la plena comunión con la Iglesia Católica preservando elementos de su patrimonio anglicano".
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— ACI Prensa (@aciprensa) 6 de octubre de 2016
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