El purgatorio sí existe y este museo tiene 15 pruebas

ROMA, 05 Nov. 16 (ACI).- En Roma, Italia, cerca del Vaticano, se encuentra el Museo de las Almas del Purgatorio donde hay cerca de 15 testimonios y objetos que prueban que son reales las “visitas” de estas almas a sus seres queridos para pedirles que recen por ellas.

El museo está dentro de la Iglesia del Sagrado Corazón del Sufragio y fue creado en 1897 por el P. Víctor Jouët, un sacerdote francés misionero del Sagrado Corazón.

El presbítero también fundó en Roma la Asociación del Sagrado Corazón de Jesús para el Sufragio de las Almas en el Purgatorio. Entre los años 1896 y 1914 la asociación utilizó una capilla que estaba ubicada en el lugar de la iglesia actual.

En 1897 la capilla se incendió y cuando el P. Jouët entró vio un rostro humano que tenía una expresión de tristeza y melancolía. Este suceso lo impresionó y llegó a la conclusión de que se trataba del alma de un difunto que quería contactarse con los vivos.

Entonces el sacerdote decidió crear un museo dedicado a objetos “tocados” por las almas del purgatorio. Viajó por Italia y Europa buscando más de ellos, algunos testimonios y donaciones para construir una nueva iglesia en el lugar donde estaba la capilla, ya que recibió un mensaje en sueños con esta petición.

Uno de los objetos que consiguió es la huella de un dedo en la funda de una almohada, cuando Sor María de San Luis de Gonzaga se le apareció una noche después de su muerte en 1894 a Sor Margarita del Sagrado Corazón.

Esta aparición fue registrada en los archivos del monasterio de Santa Clara del Niño Jesús en Bastia, Italia. Sor María le dijo a Sor Margarita que ella estaba en el purgatorio como una expiación por su falta de paciencia en aceptar la voluntad de Dios.

En el museo también está el libro de oración perteneciente de una mujer llamada María Zaganti, donde hay huellas dactilares de su amiga Palmira Rastelli.

Esta última era hermana del P. Sante Rastelli, párroco de la iglesia local, y se le apareció el 5 de marzo de 1871 pidiéndole que se ofrezcan Misas por su alma y que estas debían ser celebradas por su hermano.

Otro objeto es un libro de oraciones en alemán que perteneció a George Schitz y tiene las huellas de su hermano Joseph. El difunto se apareció el 21 de diciembre de 1838 y le pidió que rezara en expiación de su falta de piedad en vida.

También hay una copia de un billete de 10 liras italianas, que fue uno de los 30 billetes que dejó un sacerdote fallecido en el Monasterio de San Leonardo en Montefalco del 18 de agosto al 9 de noviembre de 1919.

En el museo también está una réplica del rostro que vio el P. Jouët en el incendio de la capilla.

La Iglesia enseña en el Catecismo que “los que mueren en la gracia y en la amistad de Dios, pero imperfectamente purificados, aunque están seguros de su eterna salvación, sufren después de su muerte una purificación, a fin de obtener la santidad necesaria para entrar en la alegría del cielo”.

“La Iglesia llama purgatorio a esta purificación final de los elegidos que es completamente distinta del castigo de los condenados”, señala en el numeral 1031 del Catecismo.

Dios le permitió a Santa Faustina Kowalska ver el purgatorio, el infierno y el cielo. La santa escribió que las almas del purgatorio le manifestaron que su mayor sufrimiento era sentirse abandonadas por Dios. Cuando salió de aquella prisión de sufrimiento escuchó la voz del Señor que le dijo: “Mi Misericordia no quiere esto, pero lo pide mi Justicia”.

Traducido por María Ximena Rondón. Publicado originalmente en CNA.

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— ACI Prensa (@aciprensa) 3 de noviembre de 2015
3:19:00 p.m.

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