(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- El Vaticano acoge, del 10 al 12 de noviembre, la XXXI Conferencia Internacional promovida por el Pontificio Consejo para los Agentes Sanitarios sobre el tema “Por una cultura de la salud acogedora y solidaria al servicio de las personas afectadas por patologías raras”.
Para presentar el congreso, monseñor Jean-Marie Musivi Mupendawatu, secretario de dicho dicasterio vaticano, ha recordado en la rueda de prensa celebrada esta mañana que, según la Organización Mundial de la Salud, OMS, “una enfermedad es considerada rara cuando afecta a una persona de cada 2000 o menos”. Así vienen definidas entre 5000 y 8000 patologías, el 80% de origen genético, que a menudo ponen en riesgo la vida del enfermo. Se calcula que unos 400 millones de personas las sufren.
Por otro lado, ha precisado que la OMS calcula que las personas afectadas por enfermedades “olvidadas”, de las que casi la mitad son niños; la mayor parte son causadas por infección y son difundidas en zonas geográficas de clima tropical donde las poblaciones viven en condiciones de no accesibilidad al agua potable, poca higiene, malas condiciones de vivienda y reducido acceso a servicios sanitarios. En resumen en “condiciones de pobreza que provocan graves problemas sanitarios en las personas pobres del mundo”.
De este modo, en el congreso se afrontará este importante desafío tanto desde el punto de vista “epidemiológico, científico y clínico-asistencial” como “cultural y sociopolítico” con un claro reclamo a la “necesidad de responsabilidad y compromiso a nivel global por parte de todos los actores interesados”.
La Iglesia pretende con la organización de esta conferencia, “ponerse al servicio de los enfermos afectados por patologías raras y olvidadas, ofreciendo elementos de respuesta de naturaleza educativa, cultural y pastoral a este desafío”. Asimismo ha recordado que “la asistencia y el cuidado de los enfermos en general y de los afectados por patologías raras y olvidadas en particular, son una ineludible obra de misericordia corporal evangélica”.
La conferencia internacional se desarrollará en torno a tres palabras claves “reformar”, “cuidar” y “vigilar”. Contará con la participación de 320 personas procedentes de casi 50 países de todo el mundo.
El padre Augusto Chendi, subsecretario del Pontificio Consejo, en su intervención, ha advertido de que la distribución desigual de los recursos económicos, sobre todo en países de bajos ingresos, “tiene repercusiones relevantes para implementar la justicia sanitaria”.
Asimismo ha observado que es cierto que el “silencio” que hasta hace pocos decenios acompañaba estas patologías ya prácticamente erradicadas en países de altos ingresos, a pesar de todo, “ha tenido en la Iglesia un interlocutor eficaz, sobre todo en la obra de ayudas concretas de las cuales se han hecho cargo en particular, Congregaciones religiosas y grupos de voluntariado y de cooperación socio-sanitaria en tierra de misión”.
En esta misma línea, ha reconocido que en lo que se refiere a las enfermedades raras, la urgencia de un “común y renovado compromiso” se debe a las personas enfermas. Las patologías “raras” de las que no les dejan al margen de la atención de aquellos que están llamados a cuidar y promover el bien común y, en esto, el derecho, si no a la salud como bien plenamente alcanzado, al menos el acceso a los cuidados para todos los miembros de un consenso nacional o internacional; independientemente de todo tipo, más o menos evidente, de posible discriminación o disparidad de trato.
La Iglesia –ha añadido– recuerda a la ciencia, y a los legisladores, a los responsables socioeconómicos, ponerse al servicio del bien común, particularmente al hacer cargo también de patologías “raras”, para las cuales solo la inversión financiera para la búsqueda difícilmente podrá ser adecuadamente compensada por una rentabilidad económica razonable.
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