Sin embargo, el Arzobispo de Los Ángeles, Mons. José Gómez, señaló que lo que verdaderamente importa es que Jesucristo sigue siendo el Rey” y, para rescatar los valores morales y hacer un “Estados Unidos más grande” hace falta “grandes santos”.
“Los políticos vienen y van; las naciones se levantan y caen; los imperios se desvanecen. Lo que permanece y continúa es la Iglesia que Jesús estableció sobre la roca de San Pedro”, dijo Mons. Gómez durante la cena de la Red Mass, en Houston, Texas (Estados Unidos), el 2 de noviembre.
Mons. Gómez habló frente a un grupo de autoridades públicas tras la celebración de la Red Mass en la co-Catedral del Sagrado Corazón en Houston. La Red Mass es una tradición que se remonta al siglo XI, a la que asisten específicamente profesionales del derecho.
En su discurso, el Arzobispo de Los Ángeles subrayó dos “signos de los tiempos”, que cree que son útiles al reflexionar sobre la realidad de Estados Unidos. Primero señaló a las señales de un Estados Unidos post-cristiano, indicando el creciente secularismo en la sociedad estadounidense y la resistencia a la libertad religiosa.
“Creo que todos nosotros estamos de acuerdo en que las élites que gobiernan y forman la dirección de nuestras sociedades están profundamente secularizadas y son hostiles a la religión, a los valores religiosos y a la cultura tradicional”, señaló.
En segundo lugar, destacó la “crisis de la persona humana”, indicando que “la sociedad ha perdido el sentido de la persona humana”. El Arzobispo de Los Ángeles señaló a la ideología de género y el mal llamado “matrimonio” homosexual como parte del falso humanismo promovido en la cultura estadounidense.
El Prelado destacó además el pobre trato de los marginados en la sociedad, incluyendo a los migrantes, a los sin techo y los refugiados, advirtiendo que la sociedad se ha vuelto indiferente e incapaz de empatizar con las personas a su alrededor.
“Nos estamos volviendo una sociedad sin misericordia y, de nuevo, se debe a que ya no sabemos ver la santidad y la gran dignidad de la persona humana”.
Sin embargo, dijo, el próximo presidente no va a cambiar la forma en que la sociedad trata a la religión o a la persona humana. En vez de eso, Mons. Gómez cree que las personas, más que un partido político, impactarán en el futuro del país.
“No importa quién sea presidente, no importa qué partido esté en el poder, no vamos a restaurar los valores religiosos ‘desde arriba’”, dijo, señalando que la identidad de todas las personas está fundada en Cristo, no en su afiliación política.
“Si queremos que Estados Unidos sea más grande, entonces necesitamos hombres y mujeres como tú y yo que estén comprometidos con servir a Dios y vivir su fe en cada aspecto de sus vidas”, dijo, destacando que “si queremos vivir en una sociedad que promueva la virtud, la justicia y la dignidad humana, entonces necesitamos convertirnos en líderes y modelos de conducta en nuestra sociedad”.
Sobre este punto, Mons. Gómez dijo que solo una cosa puede cambiar el mundo: el llamado a la santidad.
“Esta es la razón por la que estamos aquí, para seguir a Jesucristo y convertirnos más y más como Él, a través de la gracia de los sacramentos y a través de nuestro deseo de santidad. Esta es la bella verdad sobre quiénes somos como hijos de Dios”, dijo, enfatizando la necesidad de santos en cada aspecto de la vida humana.
El Arzobispo de Los Ángeles reflexionó también sobre la Fiesta de Todos los Santos, que la Iglesia celebra el 1 de noviembre, y alentó a los fieles a seguir el ejemplo de estos santos, que estaban “en medio del mundo” y sin embargo permanecieron alejados de sus señuelos.
“Esa es otra forma de responder a las preguntas que tenemos sobre esta elección y los temas que enfrentamos en nuestra cultura y nuestra sociedad. ¡Dios quiere santos en todas partes!”.
En lugar de desesperanzarse en la cabina de votación, Mons. Gómez alentó a la construcción de la moralidad y espiritualidad entre los individuos, señalando que la renovación personal impactará en una renovación cultural, sin importar quién gane la elección presidencial.
El Prelado indicó ejemplos concretos para buscar esta renovación: fortalecer la oración personal y la relación con Dios, construir relaciones comunitarias en matrimonios y familias, y ser testigos de la Iglesia a través de la compasión y la misericordia.
“Nuestro país y nuestro mundo será renovado no por políticos sino por santos. Y eso significa tú y yo. Si queremos un Estados Unidos más grande, necesitamos convertirnos, por la gracia de Dios, en grandes santos”, dijo.
“Sin importar quién sea presidente, Jesucristo sigue siendo el Rey. Y nosotros aún estamos llamados a ser santos y a renovar este mundo a la imagen de su Reino”, señaló.
Traducido y adaptado por David Ramos. Publicado originalmente en CNA.
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