La Casa de Habsburgo, conocida también como Casa de Austria, es una casa real europea que reinó en varios países en diversos momentos de la historia, entre ellos España, durante el período de su máximo desarrollo político, entre 1516 y 1700. Entre 1864 y 1867, Maximiliano de Habsburgo-Lorena fue emperador de México.
A esta casa real perteneció el Beato Carlos de Austria, que asumió el trono imperial de Austria y Hungría en 1916, durante la última etapa de la Primera Guerra Mundial, a la que intentó poner fin. San Juan Pablo II lo beatificó en 2004.
En su audiencia, el Santo Padre destacó el valor de la familia en un tiempo en que parece acosada por diferentes peligros. “Me complace acogerles en ocasión de su peregrinación jubilar que han deseado cumplir en familia. Deseo subrayar ese aspecto, el de la familia en sentido amplio, con la riqueza de sus vínculos y su variedad, es un valor a redescubrir en nuestros tiempos”, señaló.
“En esta feliz circunstancia, voy a hacer también memoria del Beato Carlos de Austria, que justo ahora se cumplen cien años de su subida al trono”, continuó Francisco.
“Su presencia espiritual en medio de ustedes hace que la familia Habsburgo no se enfrente hoy de manera nostálgica con el pasado, sino, al contrario, que permanezca de forma activa, presente en el momento actual de la historia, con sus problemas y necesidades”.
“Carlos de Austria –continuó– fue, sobre todo, un buen padre de familia y, como tal, un servidor de la vida y de la paz. Conoció la guerra como simple soldado al comienzo de la Primera Guerra Mundial, asumió el reino en 1916 y, sensible a la voz del Papa Benedicto XV, se implicó, con todas sus fuerzas, en lograr la paz a costa de ser incomprendido y ridiculizado”.
Además, el Papa destacó la importante labor social que realizan algunos destacados miembros de esta dinastía europea. “Algunos de ustedes desempeñan papeles principales en organizaciones solidarias y de promoción humana y cultural, así como en iniciativas dirigidas a apoyar el proyecto europeo de construcción de una casa común basada en valores humanos y cristianos”.
También subrayó la presencia de vocaciones sacerdotales y religiosas entre los Habsburgo: “Con alegría he comprobado que en la siguiente generación de su familia han madurado algunas vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada”, dijo.
“La familia cristiana es el primer terreno en el que germinan las semillas de las vocaciones”, recordó.
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— ACI Prensa (@aciprensa) 28 de octubre de 2016
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