Los actos fueron cometidos después de que el gobierno iraquí recuperase la zona este de Mosul, según indicó la agencia vaticana Fides citando un informe de Human Rights Watch (HRW).
Fides especificó que se pudo comprobar el saqueo y la devastación debido a que se “cruzaron las historias de muchos testigos oculares” y se utilizaron “fotos de satélite de las zonas afectadas”.
Además, informó que estos ataques al parecer se produjeron entre noviembre de 2016 y febrero de 2017, “sin justificación aparente desde un punto de vista militar”.
Entre los grupos identificados como responsables se incluyen las fuerzas de movilización popular conocidas como Hashd al-Sha'abi.
La agencia vaticana indicó que al sur-oeste de Mosul, se documentó el saqueo y la demolición de edificios en tres pueblos a través del uso de explosivos y excavadoras.
“En el pueblo de Ashwa se ha destruido sin ninguna razón, la mezquita más grande”, precisó.
Ante las acusaciones de HRW los representantes de Hashd al-Sha'abi respondieron que los yihadistas del Estado Islámico habrían dejado trampas explosivas “para desencadenar la destrucción de casas y edificios públicos después de su retirada”.
Sin embargo, varios testigos parecen contradecir esa versión, concluyó Fides.
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— ACI Prensa (@aciprensa) 16 de febrero de 2017
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