“Sólo cambiando la educación se puede cambiar el mundo”, aseguró el Santo Padre. “Para hacer esto quisiera proponeros algunas sugerencias”.
1- “En primer lugar, ‘hacer red’. Hacer red significa reunir las instituciones escolares y universitarias para potenciar la iniciativa educativa y de investigación, enriqueciéndose de los puntos de fuerza de cada uno para ser más eficaces a nivel intelectual y cultural”.
Además, “hacer red también significa poner en común los saberes, las ciencias y las disciplinas para afrontar los desafíos complejos con la inter-disciplina y la trans-disciplina”.
Por otro lado, “hacer red significa crear lugares de encuentro y de diálogo en el interior de las instituciones educativas y promoverlas a los de fuera, con ciudadanos provenientes de otras culturas, de otras tradiciones, de religiones diferentes, para que el humanismo cristiano contemple la condición universal de la humanidad de hoy”.
Por último, el Papa señaló que “hacer red significa también hacer de la escuela una comunidad educadora en la cual los docentes y los estudiantes no estén vinculados únicamente por el plano didáctico, sino también por un programa de vida y de experiencia capaz de educar a la reciprocidad entre generaciones diferentes”.
2- En segundo lugar, el Pontífice afirmó que la educación también está llamada “a no dejarse robar la esperanza”.
“Estamos llamados a no perder la esperanza porque debemos dar esperanza al mundo global de hoy. ‘Globalizar la esperanza’ y ‘sostener las esperanzas de la globalización’ son compromisos fundamentales de la misión de la educación católica”.
En este sentido, indicó que “una globalización sin esperanza y sin visión está expuesta al condicionamiento de los intereses económicos, con frecuencia distantes de una correcta concepción del bien común, y produce fácilmente tensiones sociales, conflictos económicos, abusos de poder”.
“Debemos dar un alma al mundo global por medio de una formación intelectual y moral que sepa favorecer las cosas buenas que tiene la globalización y corregir las negativas”.
3- A continuación, Francisco detalló tres criterios esenciales para que proyectos educativos sean eficaces: identidad, calidad y bien común.
“La identidad exige coherencia y continuidad con la misión de las escuelas, de la universidad y de los centros de investigación nacidos, promovidos y acompañados por la Iglesia y abiertos a todos. Dichos valores son fundamentales para insertarse en el camino trazado por la civilización cristiana y la misión evangelizadora de la Iglesia”.
Por otra parte, “la calidad es el faro seguro para iluminar toda iniciativa de estudio, de investigación y de educación”.
Por último, “no puede faltar el objetivo del bien común. El bien común es de difícil definición en nuestras sociedades marcadas por la convivencia de ciudadanos, grupos y pueblos de culturas, tradiciones y creencias diferentes. Es necesario ampliar los horizontes del bien común, educar a todos en la pertenencia a la familia humana”.
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