El consumismo de la actualidad nos arrolla y nos impide pensar en lo que es verdaderamente importante
El Evangelio de San Lucas presenta un episodio muy actual: un hombre rico obtuvo grandes cosechas. Tenía tanto, que sus graneros ya no podían contener su producto, por eso decide que los destruirá y hará unos más grandes. Después tiene un diálogo consigo mismo:
«Alma mía, tienes bienes almacenados para muchos años; descansa, come, bebe y date buena vida». Sus planes parecían buenos, sin embargo, Jesús dice que Dios le da una respuesta inesperada: «Insensato, esta misma noche vas a morir. ¿Y para quién será lo que has amontonado?» (Lc 12, 19-20).
Aprender a vivir en austeridad
Esa misma historia se repite a diario; hombres y mujeres se esmeran en trabajar en exceso para llenarse de bienes materiales, sin dejar tiempo para lo importante. Y aquí es donde nos encontramos con el tema del consumismo, ese que nos impide ver la esencia de lo que verdaderamente vale la pena en esta vida.
Monseñor José Ignacio Munilla, obispo de Orihuela-Alicante (España), habló a los jóvenes en Lisboa, en la pasada Jornada Mundial de la Juventud sobre esta cuestión, recordando que sus padres los habían educado con mucha austeridad, pues no se tiraba la comida y la ropa pasaba de unos a otros, comentando que el consumismo lo ha invadido todo, «todo es de usar y tirar, nada se arregla y todo tiene que ser nuevo», por eso el consumismo «corrompe el alma», porque se puede vivir mejor con menos; sin embargo, las personas se llenan de tantas cosas que no pueden verlo.
Además, si nos pusiéramos a reflexionar lo dicho por nuestro Señor Jesucristo, realmente podríamos entender que todo lo que acumulamos nos ata a lo meramente material y a veces, se cometen verdaderas injusticias, porque lo que tenemos en exceso, y que tal vez no volveremos a utilizar, le pertenece a los que carecen de todo.
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¿Y si murieras esta noche?
Por eso, si nos aplicásemos las palabras del Señor al rico «hoy mismo vas a morir», preguntémonos ¿para quién será todo lo que acumulamos en el camino de nuestra existencia? Dice un dicho mexicano que los bienes son para remediar los males, pero si morimos dejándolo todo, es posible que también dejemos problemas.
Vale la pena hacer un ejercicio de sinceridad y pedir a Dios que nos ayude a ver que, tarde o temprano, nos iremos de este mundo y será mejor que lo hagamos con las maletas vacías, pues, finalmente, como dice la canción del conocido cantante Napoleón: «nada te llevarás cuando te marches». Que el Espíritu Santo acreciente en nosotros la virtud de la generosidad.
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