PRIMERA CARTA ENCÍCLICA DEL PAPA
El obispo de San Sebastián, Monseñor Munilla, ha valorado la primera Encíclica del Papa Francisco, 'Lumen Fidei', en la que «el alma de Joseph Ratzinger, Benedicto XVI, rezuma por todos los lados» y que recuerda «que lo contrario de la fe no es la razón, sino la idolatría». En un artículo de opinión, el obspo señala que «sin negar la validez de las tradicionales vías racionales para llegar a la existencia de Dios, actualmente las vías existenciales se muestran como las más eficaces».
13/07/13 7:07 PM | Imprimir | Enviar
(EP/InfoCatólica) Además, señala que la carta encíclica 'Lumen Fidei' no elude «las acusaciones que la modernidad ha formulado contra la fe». El obispo donostiarra reflexiona sobre «dos posicionamientos opuestos y contradictorios, frente a los que hemos de tener capacidad crítica, el fideísmo y el racionalismo».
«El primero de ellos, se limita a valorar la fe por su poder consolador, y el segundo rechaza cualquier forma de conocimiento que supere la comprobación empírica», ha indicado.
A su juicio, uno «olvida que la fe sin verdad no salva, hasta el punto de reducirse a una bella fábula», mientras que el otro «parece ignorar que existen muchas dimensiones de la existencia que no son cognoscibles por nuestra mera percepción sensorial». «La luz de la razón es importante, pero insuficiente para descubrir el sentido pleno de la existencia», ha añadido.
Munilla ha indicado que al fideísmo es necesario recordarle que «quien no sustenta la fe en el conocimiento de la verdad, reduce sus creencias a unos valores de moda, a merced del sentimentalismo fluctuante», mientras que al racionalismo «es importante recordarle igualmente que el conocimiento sin amor es frío, impersonal, e incluso opresivo». «La verdad solo resulta luminosa cuando el amor nos llega a tocar», ha apuntado.
El prelado donostiarra ha indicado que 'Lumen fidei' recuerda «que lo contrario de la fe no es la razón, sino la idolatría» y que «cuando el hombre no reconoce a Dios como la fuente y el centro de la existencia, corre el peligro de construir multitud de ídolos». «En el fondo, los diversos ídolos acaban siendo un pretexto para el egocentrismo», ha sostenido.
«La luz de Dios nos llega a través de la narración de su revelación y, de este modo, puede iluminar nuestro camino», ha finalizado.
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