Articulo : EL TRÁFICO DA CÁNCER



Que el tráfico puede dar cáncer es la sospecha detrás de un estudio que realizará la Escuela de Salud Pública de la prestigiosa universidad de Yale. Los próximos tres años gastará 1.7 millones de dólares en esta investigación.



Para los que viven en Lima, no es motivo de curiosidad ni risa. El tráfico cotidiano es parte de la ecología viciada y contaminada que sufrimos. Como toda ecología, es fruto de la compleja interacción de muchos factores. Acá trataré de dos: la falta de carácter de la clase dirigente y la patología de la cultura criolla. La primera nos ha privado de la infraestructura y del respeto de la ley necesarios en una urbe de 10 millones de habitantes. La segunda se ha ‘recurseado’ ante la falta de infraestructura justificando la informalidad, el abuso y la corrupción.


El carácter no es abuso y prepotencia, declaraciones indignadas o amenazas. Se muestra en decisiones firmes, fruto de análisis y ponderación, y se traducen en un liderazgo que convoca, convence y tiene el ascendiente moral, la integridad y la habilidad política para lograrlo. Sabe considerar las objeciones fundadas, pero no se cede a la pataleta o la amenaza. Por otro lado, lo peor de lo criollo se muestra en las combis asesinas, la falta de respeto generalizada por las normas de tránsito y la absoluta incapacidad de las fuerzas del orden de revertir la situación.



Las consecuencias negativas son muchas. Tenemos en Lima una PEA de 4.5 millones de trabajadores que pierden al menos una hora diaria por demoras en el tráfico, lo que nos hace perder un PBI de 9,000 millones de dólares al año. La hora diaria que pierden los 2.5 millones de estudiantes escolares y universitarios también tiene un costo enorme.



A esto añadimos el fastidio, mala voluntad y desaliento que acumulan cotidianamente millones de limeños al verse sometidos a esta situación. El estrés provocado por la agresividad y frustración y el exceso de contaminación ambiental afectan nuestra salud, tal como intuye la universidad de Yale. Además está el desperdicio de combustible y desgaste del parque automotor, y la escuela de prepotencia, patanería y falta de respeto mutuo a la que se nos somete a diario, es algo que daña seriamente nuestro tejido social.


Nuestras autoridades locales, regionales y nacionales no han tenido en décadas la inteligencia, habilidad y valor para resolver esto. Y nosotros tampoco las hemos tenido para reclamarlo de manera eficaz.


(*) Publicado en el diario El Comercio (Perú) el 10 de septiembre de 2013








Tags Publicación 2013-09-27

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