Ciudad del México – Los niños de la calle han pasado las navidades solos, reunidos al frío en torno a algún basurero de la Ciudad de México, marginados, olvidados, excluidos de la sociedad y rodeados de suciedad, ratas y cucarachas. La pobreza y la violencia los han llevado a vivir en la calle teniendo como único refugio los puentes o los porches del Metro. En una nota enviada a la Agencia Fides por la Fundación Pro Niños de la Calle, se lee que no hay una cifra exacta del número de niños y jóvenes que viven en estas condiciones. La Ong ayuda a más de 130 de estos niños en un contexto en el que pueden ser acompañados por educadores que tratan de darles apoyo psicológico evitar que caigan en un estado de profunda depresión. Las cifras más recientes se remontan a 2012 cuando se registraron 4.014 personas de la calle, entre ellas 300 niños.
A menudo son víctimas de violencia física, sexual y emocional. Son pobres, sufren, abandonados, humillados y despreciados. Acusados, torturados y encarcelados injustamente estigmatizados. Son niños a los que se les ha negado el derecho a la dignidad, a jugar, a la justicia, a la libertad. Como ellos mismos sueles decir “la calle es mi familia”.
A menudo son víctimas de violencia física, sexual y emocional. Son pobres, sufren, abandonados, humillados y despreciados. Acusados, torturados y encarcelados injustamente estigmatizados. Son niños a los que se les ha negado el derecho a la dignidad, a jugar, a la justicia, a la libertad. Como ellos mismos sueles decir “la calle es mi familia”.
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