El miércoles pasado estábamos sor Ana y yo limpiando la puerta de la iglesia. Una vez más, ahí estaba él, en la plaza, extendiendo sus naranjas y, no os lo perdáis... ¡las tapaba con una manta! Le miramos con cariño, ¡si supiera lo famoso que es por el reto!
Justo entonces él nos descubrió. Al cruzarse nuestras miradas, sor Ana le dijo:
-¡Buenos días!
Él contestó con su mejor sonrisa (que no se le había helado). Le preguntamos su nombre (todo a distancia) y no pude menos que decirle:
-¡Lo tuyo es virtud probada!
-Sí... -contestó sonriendo.
Esa fue toda la conversación. Me quedé contenta y admirada de nuevo por este hombre joven, que nos revive cada miércoles la sensación del primer día.
Después de verle, comentábamos sor Ana y yo que cuánto nos quejamos a veces por cualquier incomodidad, y ahí está Francisco de nuevo, como instrumento del Señor, con sus verduritas “frescas”, siendo cauce del Amor de Dios, predicando la perseverancia, la alegría, la “virtud probada”.
Me impresiona profundamente, en este mundo en que vivimos (en que cuanto más tenemos de todo, menos nos sacia), ver que con un camión, un frío que pela y las cuatro monedillas que se lleva a casa, uno puede ser feliz. Eso sólo es posible si hay un gran Amor. No dudo ni un instante que en ese corazón, como en el tuyo y en el mío, está Cristo calentando y fortaleciendo.
Por eso, el reto de hoy es perseverar de la mano de Cristo. Con Él, estarás donde tienes que estar... con la alegría de sentir a Jesucristo presente y partícipe de tu vida. VIVE DE CRISTO.
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