Ciudad del Vaticano, 29 de junio de 2015 (Vis).-A mediodía, después de celebrar la santa misa con los nuevos arzobispos metropolitanos en la basílica vaticana, el Papa se asomó a la ventana de su estudio para rezar el Ángelus con los fieles reunidos en la Plaza de San Pedro.
''La solemnidad de los santos apóstoles Pedro y Pablo es celebrada, como todos sabéis por la Iglesia universal -recordó el Pontífice- pero la Iglesia de Roma la vive con una alegría especial porque asienta sus cimientos en el testimonio, sellado con la sangre, de estos dos apóstoles. Roma nutre especial afecto y gratitud por estos hombres de Dios, que vinieron de una tierra lejana a proclamar, a costa de su vida, el evangelio de Cristo al que se dedicaron por completo. El legado glorioso de estos dos apóstoles es fuente de orgullo espiritual en Roma y, al mismo tiempo, es una llamada a vivir las virtudes cristianas, especialmente la fe y la caridad: la fe en Jesús como Mesías e Hijo de Dios, que Pedro fue el primero en profesar y Pablo anunció a las gentes, y la caridad,que esta Iglesia está llamada a servir con horizonte universal''.
''En la oración del Ángelus - explicó- asociamos al recuerdo de los santos Pedro y Pablo, el de María, imagen viva de la Iglesia, esposa de Cristo, que los dos apóstoles, "han fecundado con su sangre". Pedro conocía personalmente a María y, conversando con ella, sobre todo en los días que precedieron Pentecostés, pudo profundizar en el conocimiento del misterio de Cristo. Pablo, anunciando el cumplimiento del plan salvífico "en la plenitud de los tiempos", no dejó de recordar a la "mujer" de la que el Hijo de Dios nació en el tiempo. En la evangelización de los dos apóstoles aquí en Roma, hunde también sus raíces la devoción profunda y secular de los romanos a la Virgen, invocada sobre todo como Salus Populi Romani. María, Pedro y Pablo son nuestros compañeros de viaje en busca de Dios; son nuestros guías en el camino de la fe y la santidad; nos empujan hacia Jesús, para hacer todo lo que Él nos pide. Invoquemos su ayuda, para que nuestros corazones estén siempre abiertos a las inspiraciones del Espíritu Santo y al encuentro con los hermanos''.
Francisco pidió a todos que rezasen en especial por Roma, por su bienestar espiritual y material y para que la gracia divina sostuviera a los romanos para que vivieran en plenitud la fe cristiana. Después de la oración mariana recordó que del 5 al 13 de julio efectuará una visita apostólica a Ecuador, Bolivia y Paraguay y nuevamente pidió a los fieles que lo acompañesen con sus oraciones a la Virgen María durante el viaje.
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