Después de la Misa en la Basílica de San Pedro, en la que impuso los palios a los nuevos arzobispos metropolitanos, el Santo Padre ofreció a los fieles como modelos a seguir a Pedro y Pablo, pero también a la Virgen María. Ellos “son nuestros compañeros de viaje en la búsqueda de Dios; son nuestra guía en el camino de la fe y de la santidad; ellos nos empujan hacia Jesús, para hacer todo aquello que Él nos pide”.
El Papa explicó que esta solemnidad “es vivida con alegría particularmente por la Iglesia de Roma ya que en su testimonio, sellado en la sangre, tiene sus propios fundamentos”.
“Roma rinde especial afecto y reconocimiento por estos hombres de Dios, venidos de una tierra lejana a anunciar, a costa de su vida, el Evangelio de Cristo al que se han dedicado totalmente”.
El Papa indicó que “la gloriosa herencia de estos dos Apóstoles es motivo de espiritual orgullo para Roma y, al mismo tiempo, es un reclamo a vivir las virtudes cristianas, en modo particular la fe y la caridad: la fe en Jesús como Mesías e Hijo de Dios, que Pedro profesó primero y Pablo anunció a la gente; y en la caridad, que esta Iglesia está llamada a servir con un horizonte universal”.
El Santo Padre relacionó a San Pedro, San Pablo y a la Virgen María, “imagen viva de la Iglesia, esposa de Cristo”. “Pedro conoció personalmente a María y en el coloquio con ella, especialmente en los días que precedieron a Pentecostés, pudo profundizar en el conocimiento del misterio de Cristo”.
A su vez, Pablo, “al anunciar el cumplimento del diseño salvífico ‘en la plenitud del tiempo’, no dejó de recordar a la ‘mujer’ de la que el Hijo de Dios nació”.
El Papa subrayó que “en la evangelización de los dos Apóstoles en Roma están también las raíces de la profunda y secular devoción de los romanos a la Virgen, invocada especialmente como Salus Populi Romani (Salud del Pueblo Romano)”.
Asimismo, pidió la ayuda de los dos Apóstoles y a María para que “nuestro corazón pueda siempre estar abierto a las sugerencias del Espíritu Santo y al encuentro con los hermanos”.
En referencia a la celebración de la Misa que presidió esta mañana, explicó que “he bendecido el palio de los arzobispos metropolitanos nombrados en el último año, provenientes de varias partes del mundo. Les renuevo mi saludo y mi felicitación, a los familiares y a cuantos les acompañan en esta significativa circunstancia”.
“Les deseo que el palio, además de hacer crecer los lazos de comunión con la Sede de Pedro, sirva de estímulo para un todavía más generoso servicio a las personas confiadas a su celo pastoral”.
Francisco también envió saludos a los miembros de la delegación del Patriarcado Ecuménico de Constantinopla que, a nombre del Patriarca Bartolomé I, participaron de la fiesta de los santos Pedro y Pablo. “También esta presencia es signo de los fraternales lazos existentes entre nuestras Iglesias. Oremos para que se refuerce entre nosotros el camino de la unidad.
El Papa se despidió asegurando que “nuestra oración hoy es sobre todo por la ciudad de Roma, por su bienestar espiritual y material: que la gracia divina sostenga a todo el pueblo romano, para que viva en plenitud la fe cristiana, testimoniada con intrépido ardor de los santos Pedro y Pablo”.
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