La Corte Suprema de Estados Unidos reconoce como constitucional el matrimonio entre personas del mismo sexo

Carlos Álvarez Cozzi

Nos informan las agencias de noticias la infausta novedad de que la Corte Suprema de Justicia de los Estados Unidos de América, por una ajustadísima mayoría, 5 a 4 votos, ha reconocido como constitucional para ese país las uniones entre personas del mismo sexo.

De esta manera cede ante la agenda relativista y positivista que ignora los datos de la realidad biológica y también de miles de años de historia de la humanidad, en los que siempre el matrimonio, existente desde los albores de la historia, se definió como la unión estable entre una mujer y un varón, sea en la monogamia occidental como en la poligamia de los musulmanes. Este reconocimiento a nivel federal se impondrá sobre los Estados que no lo reconocían, de tal manera que no sólo deberán reconocerse como uniones equiparadas al matrimonio, por haber sido declarado constitucional, sino que ello tendrá consecuencias en relación al resto del Derecho de Familia.

Naturalmente que también, los jueces estadounidenses, deberán de reconocer la validez y la eficacia de uniones homosexuales contraídas en el exterior que soliciten su reconocimiento en los Estados Unidos de América.

Con total sinceridad, debemos decir que no nos llama la atención este fallo porque ya era un país que habiendo hace años legalizado el aborto en muchos de sus Estados, y la eutanasia en otros, era cuestión de tiempo que la Corte, cediendo a la presión de los grupos LGTBI, diera este paso.

Los obispos católicos norteamericanos, por medio de su presidente, Mons. Kurtz, se han pronunciado claramente sobre el error que comete la Corte Suprema, al igual que con el aborto.

Así como la sentencia de la Corte Suprema en el caso Roe vs. Wade de 1973 “no zanjó el tema del aborto hace 40 años”, la decisión de hoy “no zanja el tema del matrimonio hoy”.

Ni el fallo de la Corte Suprema sobre el aborto ni sobre el matrimonio están enraizados en la verdad”, señaló, por lo que “ambos eventualmente fracasarán”.

El Presidente de la USCCB subrayó que “es profundamente inmoral e injusto que el gobierno declare que dos personas del mismo sexo pueden constituir un matrimonio”.

“El único significado de matrimonio como la unión de un hombre y una mujer está inscrito en nuestros cuerpos”, señaló, e indicó que defender esto “es una dimensión crítica de la ‘ecología integral’ que el Papa Francisco nos ha llamado a promover”.

“Ordenar una redefinición del matrimonio en todo el país es un error trágico que daña el bien común y lo más vulnerable entre nosotros, especialmente los niños”, advirtió el Prelado.

Este es un tema de derecho natural, antes de cualquier apreciación religiosa. Reconocer derechos  a las personas cuando se considere necesario es una cosa, violentar el matrimonio afectando su propia naturaleza, es otra muy grave. Cuando con una visión ideológica de género se pretende ignorar la realidad, la naturaleza creada no por el hombre sino por Dios, suceden estas cosas. Por supuesto que esto traerá consecuencias, como señala el obispo, y no serán nada buenas para la ya castigada institución familiar, que es el único lugar de ecología humana donde los niños son concebidos y amados por quienes son y donde se trasmiten los valores humanos. En unos años se verán esas consecuencias, pero lamentablemente, ya será tarde.

 

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