Alabado sea

Antoni Pedragosa

Una persona con la que suelo hablar con frecuencia, me confiesa no ser creyente, pero al mismo tiempo, por su condición de biólogo, me manifiesta sentirse fascinado por la belleza y la complejidad de la naturaleza, y el hombre se asombra de que no nos maravillemos ante semejante obra de arte.

El hombre, amante de la naturaleza y el excursionismo, me dice que la contemplación le lleva a la interrogación, y la interrogación le lleva a la duda. El hombre se pregunta: ¿Hay o no hay un proyecto de fondo, detrás de todo esto? El, sonriendo y pasándose la mano por la cabeza, me decía: tanto si lo hay como si no lo hay, el misterio sigue en pie. Aquí tenemos un no creyente que tiene la gallardía de interrogarse ante la duda. Mira la naturaleza con admiración, y ve con tristeza el poco respecto que tenemos con ella. La naturaleza nos da generosamente sus recursos y nosotros le devolvemos impúdicamente nuestros desperdicios.

 

El  hombre se ha leído y releído Laudato si del Papa Francisco, y dice que el documento presenta la verdad sin miedo. La barbarie de los intereses económicos, dan prioridad al beneficio miope  a corto plazo, sin la más mínima atención ni respecto por el equilibrio del ecosistema. Es como una invitación a todos los habitantes del planeta, a cambiar nuestros hábitos, si de verdad queremos llegar a una auténtica conversión ecológica. Hay que acabar con la cultura del "usar y tirar", y regenerar una auténtica cultura de la austeridad. La mentalidad consumista ha invadido las conciencias, y la ética utilitarista es admitida de forma mayoritaria. Y esta dinámica, llega hasta la mismísima persona, a la cual  se la valora, no por lo que es, si no por lo que produce.

 

Así, personas y naturaleza, formando un todo, sufren, no solo los efectos de un consumismo  desbocado, si no los efectos del calentamiento global, por el lanzamiento descontrolado de dióxido de carbono, con la rocambolesca compraventa de cuotas de emisión, que se negocian entre los países, con tal de evitar auténticas  medidas contra la contaminación. La encíclica, lanza otra alerta.  El agua. Se afirma con rotundidad que se trata de un bien escaso, y su acceso es un derecho humano básico. Estos toques de atención, nos han de servir para sensibilizar  y educar nuestras actitudes. Hay que reinterpretar el concepto de "dominar la tierra" visto erróneamente como el expolio de sus recursos, por el dominio de la adaptación a la dinámica ecológica del planeta.

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