La nuestra es una sociedad obsesionada, dependiente del sexo. Solo hace falta contratar la dimensión de la prostitución, la publicidad de productos sexuales por televisión, lo que indica un consumo masivo, empresas especializadas en adulterios, lo que significa un mercado, la evolución del cine y la televisión, mostrando de escenas sexuales más o menos explicitas, en todo tipo de géneros, el corolario, la importancia del tráfico de páginas pornográficas.
Algunos detalles sobre este último fenómeno de destrucción masiva puede facilitar su comprensión: Alrededor del 75%de la pornografía disponible en Internet se produce en Estados Unidos y ceca del 15% en Europa. Unos sesenta millones de personas en el mundo visitan semanalmente sitios pornográficos de la red y alrededor de veinte millones de estos usuarios se encuentran en Canadá y Estados Unidos Esto significa que cada cuatrimestre han accedido a este tipo de sitio casi 1000 millones de visitas. Son cifras brutales.
Los consumidores del cibersexo en Europa, de los que más tiempo pasan conectados a sitios para adultos son los mayores de cincuenta años, lo que señala que la pornografía es una introducción –para los jóvenes- y un epilogo de la sexualidad para los mayores. Mal asunto.
Unas variantes específicas, son las páginas de cibersexo homosexual, y la pornografía infantil. Se calcula que 100.000 sitios de Internet contienen este último tipo de imágenes, en un ochenta por ciento producida en Japón, considerando solo aquella que tiene naturaleza comercial.
El sexo es una bomba por cuatro razones. Una biológica, los seres humanos pertenecemos a la atípica categoría animal, que está en condiciones de mantener relaciones sexuales en cualquier época del año, carece de un periodo de celo bien definido, y esto que en términos evolutivos ha sido una ventaja, se revela ahora un problema grave no reconocido, cuando desaparecen las restricciones culturales que lo encauzaban, algo que comenzó a suceder a partir de la década de los sesenta del año pasado. Esta es la segunda causa, la cultural. La concepción religiosa, la ética, ha sido arrumbada bajo la extraña idea de que la promiscuidad, el tener muchas parejas de cama a lo largo de la vida, y empezar en una edad adolescente es sano. La tercera es técnica, la difusión de las imágenes como nunca en la historia humana, multiplica los estímulos sobre una especie que siempre está en condiciones de practica el acto sexual. La cuarta es demoledora, porque se basa en la ganancia y el mercado. Una práctica de consumo masivo i demanda ilimitada, forzosamente debe ser percibido como un gran negocio, y estimulado como tal. De esa apetencia sexual, de ese continuo bombardeo de estímulos, y la ausencia de límites determina dos de sus grandes derivadas, la prostitución que alcanza un nivel masivo, y la pornografía.
Pero todo esto no sería suficiente, si no fuera por una confluencia d factores, inicialmente y de manera pretendida revolucionarios, en la práctica alienantes, y favorables a una ontología liberal radical, han pasado al plano político, y se han trasformado en identidades, afirmaciones y reivindicaciones. En su última ola, la más decisiva, el homosexualismo político que se basa puramente en esto, en el sexo, y la ideología de género, han dado una formulación política que hasta ahora no existía. La hipersexualización es una componente fundamental de la sociedad desvinculada.
Esta hipersexualización de la sociedad posee consecuencias destructivas en todos los niveles. Individualmente porque crea sujetos desdientes, narcisos, que buscan la felicidad mediante la consecución de su propio placer, y se supone que esta búsqueda por parte de todos eleva la felicidad colectiva. Es una versión de la visión liberal de la economía. Naturalmente no es si: la máxima ganancia personal no es compatible con una sociedad armónica.
La educación sexual de los adolescentes se ha convertido en un conjunto de técnicas, de cómo mantener relaciones sexuales seguras, y como obtener placer sin riesgo. Un ejemplo de esta catástrofe se puede observar en esta web del Departamento de Salud de la Genialita de Cataluña (http://sexejoves.gencat.cat/ca/.)
El resultada hace persones, sobre todo hombres dependientes, porque u forma de procesar el estímulo sexual, mucho más directo, no racional, ni tan siquiera emotivo, lo hace más débil al incitación, arruina vides, destruye matrimonios, y en este proceso genera un gran daño económico. Sus derivadas como la prostitución, favorecen la violencia contra la mujer, estimula su tráfico, y fortalece la gran delincuencia.
Una vez demostrada la radical falsedad de la teoría de que la pornografía, y la libertad de relaciones sexuales, favorecerían la desaparición de la prostitución y una vida más libre y saludable es necesario reconocer la magnitud del problema y pasar a la acción, bajo el criterio que el tabaquismo no se cura fumando más. En todo esto los cristianos tenemos mucho que aportar.
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