No he podido evitar pensar en la situación de la política en España y alguna de sus regiones, tras leer un fragmento de la primera carta del apóstol san Pablo a Timoteo: "Sin nada vinimos al mundo, y sin nada nos iremos de él. Teniendo qué comer y qué vestir nos basta.
En cambio, los que buscan riquezas caen en tentaciones, trampas y mil afanes absurdos y nocivos, que hunden a los hombres en la perdición y la ruina. Porque la codicia es la raíz de todos los males, y muchos, arrastrados por ella, se han apartado de la fe y se han acarreado muchos sufrimientos.
Tú, en cambio, hombre de Dios, huye de todo esto; practica la justicia, la piedad, la fe, el amor, la paciencia, la delicadeza".
¡Qué cierto es que la codicia de unos y otros - cada uno en su lugar y a su nivel - ha arrastrado a España a una espiral de inmoralidad y bajeza, de lucha por obtener algo que nunca acaba de hacernos felices, y que nos lleva a la destrucción de las relaciones pacíficas entre nosotros.
Todos los males que nos afligen actualmente son producto de la avaricia, especialmente de los políticos que no han mirado por el bien común sino su propio beneficio. No han buscado la verdad sino el modo de engañar a los demás para aprovecharse del trabajo de todos o tapar las propias vergüenzas.
Los ejemplos están meridianamente claros... Y lo que les espera es un camino de sufrimiento y descrédito, aparte de las heridas morales que se han causado ellos mismos.
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