
El papa Francisco llegó esta mañana –aún de invierno pero soleada– a la tercera audiencia mensual que se realiza con motivo del Jubileo de la Misericordia. Tras saludar desde el jeep abierto a los miles de peregrinos allí presentes, en particular a los ancianos, enfermos y niños.
Tras la lectura del evangelio de san Juan, que narra cuando el Señor, lava los pies a sus discípulos, el Papa recuerda que Jesús “les manda que hagan esto mismo entre ellos”.
Así “Jesús enseña a sus discípulos que el servicio es el camino que deben recorrer si quieren vivir su fe en él y dar testimonio del amor”. Porque el lavatorio de los pies “nos muestra el modo de actuar de Dios para con el hombre, no con palabras, sino con obras y en verdad. El amor se concreta en el servicio humilde, hecho en el silencio y en lo escondido”.
El Pontífice añadió que el amor “se manifiesta también cuando ponemos a disposición de la comunidad los dones recibidos del Espíritu Santo, y cuando compartimos los bienes materiales para que nadie carezca de lo necesario”.
“El compartir y la donación a los que lo necesitan –aseveró el Santo Padre– es un estilo de vida, un camino de auténtica humanidad, que Dios sugiere incluso a muchos que no son cristianos”.
Y por último animó a no olvidarse que “la invitación a lavarnos recíprocamente los pies” significa “vivir en nuestra vida el mandamiento nuevo del amor, confesando mutuamente nuestras faltas, perdonándonos de corazón y rezando los unos por los otros”.
Después de la catequesis, en los saludos a los diversos grupos de peregrinos saludó a los provenientes de España, Latinoamérica y Guinea Ecuatorial. “Que en la fiesta ya cercana de la Pascua” debemos aprender que “ser misericordiosos como el Padre significa seguir a Jesús por el camino del servicio”.

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