Utah declara la pornografía como un peligro para la salud pública

La pornografía como peligro para la salud

El 24 de febrero el legislativo del Estado de Utah votó a favor de declarar la pornografía como una «crisis de salud pública».

Esta resolución concurrente de la Legislatura y el Gobernador reconoce que la pornografía es un peligro para la salud pública con una gama amplia de impactos individuales y públicos en la salud y con daños sociales.

Las reacciones no se hicieron esperar. Burlas, chanzas y pataletas en las redes sociales y en algunos medios de comunicación:

Es una resolución, no una ley –todavía–, pero marca un nuevo hito en el modo de abordar este «asunto» en el mundo, especialmente en el ámbito anglosajón. Porque precisamente son países como Canadá, Estados Unidos, Australia o el Reino Unido y también en los países escandinavos en los que sin mojigaterías se debaten los problemas derivados del porno, especialmente de la masificación y acceso indiscriminado a contenidos pornográficos.

En Estados Unidos, las críticas a la propuesta de Todd Weiler, el senador de Utah que lideró el proyecto, son mayoritariamente muy superficiales, frases hechas fruto de una acercamiento prejuicioso. Como adelantándose a ellas, Weiler declaró que «todo en la resolución está apoyado en investigaciones y estudios científicos. No es sólo una idea excéntrica que se le ha ocurrido a un político mormón de Utah. Es mucho más que eso».

Porque la pornografía no está preocupando a políticos y empresas por su aspecto moral o por sus efectos en la persona, lo está haciendo por sus efectos sociales. Y aunque el consecuencialismo o la «ley de la pendiente resbaladiza» no sean fundamentos sólidos de la moral, sí ayudan a visualizar esa idea positiva que transmiten en sus escritos Juan Pablo II y Benedicto XVI, que el Decálogo, la Ley Natural, también es un regalo que salvaguarda al hombre de sí mismo. Lo que popularmente se formula como «Dios perdona siempre, el hombre a veces, la Naturaleza nunca».

La «Revolución sexual», presuntamente liberadora, está terminando por esclavizar al individuo al peor amo, a sí mismo. A la primera separación, unión sexual – generación, le siguió rápido la segunda, unión sexual-matrimonio. La llegada de la tercera separación era casi inevitable: unión sexual – comunicación íntima.

La distancia va agigantando el espíritu profético de Pablo VI en la «Humanae Vitae», cuando señala los riesgos que se derivarían de no entender como una unidad maravillosa el aspecto unitivo y el generativo del acto sexual:

  • Consideren, antes que nada, el camino fácil y amplio que se abriría a la infidelidad conyugal y a la degradación general de la moralidad. No se necesita mucha experiencia para conocer la debilidad humana y para comprender que los hombres, especialmente los jóvenes, tan vulnerables en este punto tienen necesidad de aliento para ser fieles a la ley moral y no se les debe ofrecer cualquier medio fácil para burlar su observancia.
  • Podría también temerse que el hombre, habituándose al uso de las prácticas anticonceptivas, acabase por perder el respeto a la mujer y, sin preocuparse más de su equilibrio físico y psicológico, llegase a considerarla como simple instrumento de goce egoísta y no como a compañera, respetada y amada.

No se trata por lo tanto sólo de moral privada, donde el Estado no debería intervenir. Las dimensiones que ha adquirido el fácil y anónimo acceso a la pornografía, especialmente por los niños y jóvenes ha hecho coincidir en un breve intervalo de tiempo reacciones aparentemente tan desconectadas como la ley de Cameron en el Reino Unido que obliga a tener activados filtros por defecto para sitios con “contenido adulto", la decisión de la cadena Hilton de no ofrecer pornografía en sus hoteles, o la reciente pastoral de los obispos de Estados Unidos: “Crea en Mí un Corazón Puro: Una respuesta pastoral a la pornografía“.

Porque como continuaba el senador de Utah, Weiler, no es sólo un aspecto moral, “es mucho más que eso. Personalmente creo que lo es, y la ciencia demuestra que lo es. Debemos abrir este debate porque está impactando en los divorcios, en nuestra juventud, está socavando la familia“.

En 2015 saltó a los medios de comunicación la preocupación del gobierno japonés con el que han denominado «síndrome del celibato» y que parece estar apoderándose de los jóvenes japoneses y que el gobierno interpreta como una catástrofe nacional.

La población joven (menores de cuarenta) está perdiendo el interés en las relaciones amorosas interpersonales, mucho ni siquiera quieren complicarse con el sexo. Un 46% de las mujeres entre 16 y 24 años no están interesadas en, o detestan, el contacto sexual. Un desinterés compartido por del 25% de los varones. Las relaciones y el contacto humano son reemplazos en algún caso por el sexo casual, y la mayoría de las veces por la pornografía en internet, las “novias” virtuales y las caricaturas anime.

En occidente no se ha manifestado con esta crudeza este último escalón de la “pendiente resbaladiza” iniciada con la revolución sexual de los 60′, pero no deja de mostrar algunos síntomas. Aunque la ciencia tiene todavía que seguir aquilatando los resultados con estudios más precisos las primeras conclusiones apuntan todas en la misma dirección.

En el caso de los varones, principales consumidores de porno, los estudios (D. Bryant Zillman y Jill Manning ) con una muestra de control pusieron de manifiesto que:

  • Los sujetos masculinos demostraron una mayor insensibilidad hacia las mujeres.
  • Los sujetos consideraron el delito de violación menos grave.
  • Los sujetos eran más tolerantes de la actividad sexual fuera del matrimonio.
  • Los sujetos se interesaron más en las formas más extremas y desviadas de la pornografía.
  • Los sujetos eran más propensos a decir que no estaban satisfechos con su pareja sexual.
  • Los sujetos fueron más receptivos a la infidelidad sexual en una relación.
  • Los sujetos valoran menos el matrimonio y eran dos veces más propensos a creer que el matrimonio puede llegar a ser obsoleto.
  • Los hombres experimentan una disminución del deseo para los niños y las mujeres experimentaron una disminución del deseo de tener una hija.
  • Los sujetos mostraron una mayor aceptación de la promiscuidad femenina.

Unos comportamientos que han sumado a la causa de la «causa contra el porno» a los principales teóricos del feminismo debido a su marcado “componente machista".Y es que como muestran investigadores como Flood, Manning, Ybarra, Mitchell o Bridges:

El uso de la pornografía puede dar lugar a actitudes violentas y sexualmente agresivas hacia las mujeres. Los hombres que consumen pornografía son más propensos a adoptar el mito de la aceptación de violación por parte de la mujeres; la exposición a la pornografía violenta se asocia con conductas sexualmente agresivas, tanto en adolescentes como en adultos: es común que las películas pornográficas retraten agresiones verbales y físicas contra las mujeres y en general comportamientos degradantes para ellas.

Lógicamente merece una atención especial el acceso a edades tempranas al contenido pornográfico, que crean en los sujetos un paradigma y referente de la actividad sexual absolutamente contrapuesto con su integración armoniosa en la persona, como muestra de amor y compromiso y que como efecto inmediato lleva a la cosificación del otro como mero objeto para la satisfacción personal.

No estamos en Utah, pero creo que merece la pena que se abra el debate público y político, sin complejos. Hay que reconocer que culturas que tradicionalmente hemos tachado de «puritanas» no tengan reparos en coger el toro por los cuernos.


PD: Este artículo lo escribí originalmente para el diario Actuall el 26 de febrero de 2016.

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