(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- Uno de los desafíos en la sensibilización, educación y coordinación sobre la trata de personas, es una “cierta indiferencia e incluso complicidad”, “una tendencia por parte de muchos a mirar hacia otro lado” mientras que “poderosos intereses económicos y redes criminales trabajan”. Lo advierte el papa Francisco en su encuentro con los participantes de la II Asamblea de “RENATE”, (Religious in Europe Networking Against Trafficking and Exploitation) sobre el tema: “Terminar con el tráfico empieza con nosotros” que se celebra en Roma del 6 al 12 de noviembre.
En su discurso, el Papa ha hecho referencia al Jubileo de la Misericordia, y ha explicado que “en este tiempo de gracia, todos somos invitados a entrar más profundamente en el misterio de la misericordia de Dios” y a “llevar el bálsamo de esta misericordia a las muchas heridas presentes en el mundo”.
Así, ha indicado que una de las heridas abiertas más dolorosas es “la trata de seres humanos”, una “forma moderna de esclavitud” que “viola la dignidad, don de Dios, en muchos de nuestros hermanos y hermanas” y constituye “un verdadero crimen contra la humanidad”.
El Santo Padre ha reconocido que mientras que se ha hecho mucho para conocer “la gravedad y la extensión del fenómeno” queda mucho más que hacer para “alcanzar el nivel de conciencia en la opinión pública” y para establecer una mejor coordinación de esfuerzos por parte de los “gobiernos, de las autoridades jurídicas, de las legislativas y de los trabajadores sociales”.
El Santo Padre ha expresado a los presentes su aprecio por su “compromiso para que crezca la conciencia social sobre la dimensión de esta plaga” que “golpea especialmente a las mujeres y a los niños”. Del mismo modo les ha dado las gracias por su “fiel testimonio al Evangelio de la misericordia” como se ha demostrado “por vuestro compromiso en la recuperación y la rehabilitación de las víctimas”.
Por otro lado, ha reconocido también la contribución específica ofrecida por mujeres “en el acompañar otras mujeres y niños en un profundo y personal itinerario de sanación y de reintegración”.
Finalmente, el Pontífice se ha mostrado confiado en que el compartir experiencias, conocimientos y competencias contribuya “a un testimonio más eficaz del Evangelio en una de las periferias más grandes de nuestra sociedad contemporánea”.
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