(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- El papa Francisco concedió una nueva entrevista, esta vez a TV2000 y a InBluRadio, de la Conferencia Episcopal Italiana, en ocasión de la clausura del Año Santo de la Misericordia. De este modo, el Santo Padre reflexiona sobre el Jubileo y los “viernes de la misericordia” y otros temas como la “pastoral con los presos” o la “idolatría del dinero”. Además cuenta su “secreto” para no sufrir estrés y reconoce sentir “alergia” contra los “aduladores”.
El Año de la Misericordia, observa el Papa en la entrevista era “una necesidad para este mundo que creo tiene la enfermedad del descarte, la enfermedad de cerrar el corazón, del egoísmo”. Y asegura que “ha abierto el corazón y mucha gente se ha encontrado con Jesús”.
Respecto a los viernes de la misericordia, el Pontífice recuerda de forma espacial dos situaciones. La primera es cuando visitó a las mujeres que están siendo rescatadas de la prostitución. Menciona a una procedente de África. “Estaba embarazada. No solo había sufrido la explotación, sino que incluso la habían sometido a palizas y torturas”, y añade que además dio una vez a luz sola, en invierno, en la calle. A esta mujer “un día le cortaron una oreja porque no había ganado lo suficiente”, lamenta. Otro momento que recuerda especialmente de los viernes de la misericordia es el día que fue a acompañar en los dos extremos de la vida: enfermos terminales y neonatos. En la sala de maternidad encontró a una mujer llorado, delante de sus hijos gemelos, el tercero había muerto. “Entonces pensé en esa costumbre de deshacerse de los niños antes de que nazcan, ese horrendo crimen. Se deshacen de ellos porque les resulta mejor así, porque es más cómodo. Es una responsabilidad muy grande, es un pecado gravísimo”, subraya el Santo Padre en la entrevista.
Por otro lado, el Papa recuerda una vez más que “el enemigo más grande de Dios es el dinero”. El dinero –asegura– es un instrumento hecho para servir, y la pobreza está en el corazón del Evangelio y Jesús habla de este desencuentro: dos señores, dos jefes.
Respondiendo a una pregunta sobre “cuáles son las tentaciones de un Papa”, Francisco precisa que “son las tentaciones de cualquier persona”. Además, recuerda que “las tentaciones nos acompañan hasta el último momento”.
Otro tema abordado fue la labor con los presos. Por eso, el Santo Padre insiste en que “si una pena no tiene esperanza no es una pena cristiana, no es humana”. Por eso –asegura– la pena de muerte no está bien.
Haciendo referencia a la obra de misericordia “soportar pacientemente a las personas molestas”, pregunta al Papa “¿qué le resulta más difícil de soportar: los insultos de sus detractores o la fingida admiración de sus aduladores?” A lo que Francisco responde que tiene “alergia de los aduladores”. Porque –explica– adular a otro es usar a una persona para un uso, de forma oculta o visible, pero para conseguir algo para sí mismo. Es indigno. En cuanto a los detractores observa que “los detractores hablan mal de mí porque me lo merezco, porque soy un pecador: o al menos eso quiero pensar (risas)”.
Para concluir la entrevista, el Santo Padre responde a una pregunta sobre cómo afrontar el “estrés”. “No sé cómo lo hago, pero… yo rezo: eso me ayuda mucho. Oro. La oración es una ayuda para mí, es estar con el Señor”, afirma el Pontífice. Además “duermo bien”, reconoce. Y asegura que el día de las réplicas del terremoto no sintió nada.
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