“Del mismo modo –explicó el Santo Padre–, no cerremos nunca nuestros corazones, y no dejemos nunca de realizar las obras de misericordia corporales y espirituales. La experiencia del amor y del perdón de Dios que hemos vivido durante este Año Santo permanezca en nosotros como permanente inspiración de la caridad con nuestros hermanos”.
El domingo 20 de noviembre, el Pontífice clausuró la Puerta Santa de la Basílica de San Pedro del Vaticano que él mismo había abierto en diciembre de 2015 con motivo del comienzo del Año Santo de la Misericordia.
Durante este Año Jubilar, más de 21 millones de peregrinos han cruzado la Puerta Santa de la Basílica vaticana, según datos del Vaticano. Además de la Puerta Santa de San Pedro, durante el Jubileo permanecieron abiertas diversas Puertas Santas en las catedrales de las principales ciudades de todo el mundo, con la finalidad de facilitar a todas las personas de los diferentes países el beneficiarse de los dones jubilares sin necesidad de tener que desplazarse hasta Roma.
Al término de la Misa el Papa Francisco firmó la nueva Carta Apostólica Misericordia et Misera.
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— ACI Prensa (@aciprensa) 23 de noviembre de 2016
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