Numerosos temas en la entrevista concedida a la agencia estatal argentina, Télam
El Papa Francisco brindó una extensa entrevista a la Agencia Télam, la agencia estatal argentina, en la que reflexionó sobre numerosos temas: desde la salida de la pandemia hasta sus diez años de pontificado, pasando por la guerra en Ucrania, el rol de los medios de comunicación, los jóvenes, el cambio climático, los populismos, la teología de la liberación, entre otros temas.
Se le nota, tanto en las respuestas a la periodista Bernarda Llorente como en los videos y fotografías reproducidas por la agencia, en muy buen estado de salud. “¿Tenemos Papa y Francisco para rato?”, lo interrogó la periodista al concluir. “Que lo diga el de arriba”, respondió.
La pospandemia
El Papa Francisco reconoció a Télam que no está satisfecho con la salida de la crisis de la pandemia. En referencia a su expresión de que “nunca se sale de igual de una crisis, se sale mejor o se sale peor», respondió: “No me está gustando. (…) el solo hecho de que África no tenga las vacunas o tenga las mínimas dosis quiere decir que la salvación de la enfermedad también fue dosificada por otros intereses. Que África esté tan necesitada de vacunas indica que algo no funcionó”.
El Papa sí tuvo palabras de elogio y reconocimiento para los que consideró “héroes” de la Pandemia. Y en particular se refirió a los sacerdotes que lograron estar cerca de la gente aún con los templos cerrados.
“Hubo héroes, puedo hablar de lo que acá tenía más cerca: los médicos, enfermeros, enfermeras, curas, monjas, laicos, laicas que realmente dieron la vida. Algunos murieron (…) Dar la vida por los demás es una de las cosas que apareció en esta crisis. Los curas también se portaron bien, en general, porque las iglesias estaban cerradas, pero llamaban por teléfono a la gente. Hubo curas jóvenes que les preguntaban a los viejitos qué necesitaban del mercado y les hacían las compras. O sea, las crisis te obligan a solidarizarte porque todos están en crisis. Y de ahí se crece”.
Asimismo, Francisco hizo referencia a que la crisis contemporánea es, a su juicio, una “crisis de la globalización”. “La pretensión que un solo grupo salga de la crisis, por ahí te puede dar una salvación, pero es una salvación parcial, económica, política o de ciertos sectores de poder. Pero no se sale totalmente. Quedás aprisionado por la opción de poder que hiciste. Lo transformaste en un negocio, por ejemplo, o culturalmente te fortaleciste en el momento de la crisis. Usar la crisis para el propio provecho es salir mal de la crisis y, sobre todo, es salir solo. De la crisis no se sale solo, se sale arriesgando y tomando la mano del otro”.
La otra crisis mundial
El Papa se expresó ampliamente en la entrevista sobre la “crisis mundial en nuestra relación con el universo”. “No vivimos en armonía con la creación, con el universo. Y lo abofeteamos a cada rato. Usamos mal nuestras fuerzas. Hay gente que no se imagina el peligro que hoy vive la humanidad con este recalentamiento y manoseo de la naturaleza”, lamentó.
Y reconoció que cuando formaba parte del equipo de redacción de la síntesis del Documento de Aparecida no comprendía la insistencia particularmente de brasileños sobre la cuestión climática. Pero, confesó, “me fui despertando de a poco y ahí me vino la inquietud de escribir algo”.
Francisco recordó que ya siendo Papa, cuando viajó a Estrasburgo, lo recibió la entonces ministra de medioambiente francés Ségolène Royale, quien le pidió que eso que estaba escribiendo sobre el medioambiente lo publique antes de la Conferencia de París, que abordaría la cuestión climática con los más importantes líderes mundiales.
“Entonces, me volví a reunir con los científicos que me dieron un borrador, después me junté con los teólogos que me entregaron otro borrador, y así salió el ‘Laudato si’. Fue una exigencia para crear la consciencia de que estamos abofeteando a la naturaleza. Y la naturaleza se la va a cobrar. Se la está cobrando”, recordó.
E insistió nuevamente más adelante en la entrevista, al repasar imágenes que la llamaron la atención como la de ver un barco navegando en el polo norte: “Repito: la naturaleza no perdona nunca, pero no porque sea vengativa, sino porque ponemos en marcha procesos de degeneración que no están en armonía con nuestro ser”.
El compromiso político de los jóvenes
El Papa reconoció a Télam que son los jóvenes quienes más advierten los riesgos del descuido ecológico. Pero a la vez manifestó una preocupación que tiene: “el descompromiso político de los jóvenes”. “Cuando los jóvenes de un país ven, como se dice, que «se vende hasta a la madre» con tal de hacer un negocio, entonces baja la cultura política. Y por eso no quieren meterse en política. Y sin embargo los necesitamos porque son ellos los que tienen que plantear la salvación a las políticas universales”, consideró Francisco, e instó a la juventud a no quedarse en el reclamo: “le digo a los jóvenes que no es solo la protesta, también deben buscar la manera de hacerse cargo de los procesos que nos ayuden a sobrevivir”.
Francisco cree que los jóvenes tienen que aprender de la ciencia política, de la convivencia, pero también “de la lucha política que nos purifica de egoísmos y nos lleva adelante”. Y asegura que confía mucho en la juventud. “»Sí, pero qué sé yo, no vienen a misa», me dice por ahí un cura. Yo contesto que hay que ayudarlos a crecer y acompañarlos. Después, Dios le hablará a cada uno. Pero hay que dejarlos crecer. Si los jóvenes no son los protagonistas de la Historia, estamos fritos. Porque ellos son el presente y el futuro”, completó.
El verdadero sentido de la tradición
Como ha hecho en numerosas ocasiones, el Santo Padre volvió a insistir en “reinstaurar el diálogo de los jóvenes con los viejos”. “Los jóvenes necesitan dialogar con sus raíces y los viejos necesitan darse cuenta que dejan herencia”, dijo a Télam, y aseguró que de ese diálogo “se toma el verdadero sentido de la tradición. No es tradicionalismo. Es la tradición que te hace crecer, es la garantía del futuro”.
La tercera guerra mundial y las posibilidades de la ONU
Francisco volvió sobre su idea, que sostiene desde antes del inicio de la guerra de Ucrania, de la “tercera guerra mundial a pedacitos”. “Esto de Ucrania lo vivimos de cerca y por eso nos alarmamos, pero pensemos en Ruanda hace 25 años, Siria desde hace 10, Líbano con sus luchas internas o Myanmar hoy mismo. Esto que vemos está sucediendo desde hace tiempo”, argumentó.
Y opinó que es “el momento de repensar el concepto de ‘guerra justa’”. “Puede haber una guerra justa, hay derecho a defenderse, pero como se usa hoy día ese concepto hay que repensarlo. Yo he declarado que el uso y la posesión de armas nucleares es inmoral. Resolver las cosas con una guerra es decirle no a la capacidad de diálogo, de ser constructivos, que tienen los hombres”, completó.
Asimismo, en la entrevista con la agencia estatal argentina lamentó que las Naciones Unidas no tengan poder para detener un conflicto como el que se vive en Ucrania. “Después de la Segunda Guerra Mundial hubo mucha esperanza en las Naciones Unidas. No quiero ofender, sé que hay gente muy buena que trabaja, pero en este punto no tiene poder para imponerse. Ayuda sí para evitar guerras y pienso en Chipre, donde hay tropas argentinas. Pero para parar una guerra, para resolver una situación de conflicto como la que estamos viviendo hoy en Europa, o como las que se vivieron en otros lugares del mundo, no tiene poder. Sin ofender. Es que la constitución que tiene no le da poder”.
En las puertas de su décimo aniversario como Papa
Francisco cumplirá en marzo de 2023, Dios mediante, 10 años como Pontifice. E interrogado sobre un balance aseguró a Llorente que las cosas que hizo “no las inventé ni las soñé después de una noche de indigestión. Recogí todo lo que los cardenales habíamos dicho en las reuniones pre-cónclave, que debía hacer el próximo Papa”. Y reconoció, ante una pregunta, que había una impronta de la Iglesia Latinoamericana en su pontificado. “Es una Iglesia del pueblo de Dios, que se desnaturalizó cuando el pueblo no podía expresarse y terminó siendo una Iglesia de capataces de estancia, con los agentes pastorales que mandaban. El pueblo se fue expresando cada vez más en lo religioso y terminó siendo protagonista de su historia”, definió, y citó un fallecido filósofo argentino, Rodolfo Kusch.
“Tiene libros sobre la filosofía del pueblo. En parte, esto es lo que vivió la iglesia latinoamericana, aunque tuvo conatos de ideologización, como el instrumento de análisis marxista de la realidad para la Teología de la Liberación. Fue una instrumentalización ideológica, un camino de liberación digamos así – de la iglesia popular latinoamericana. Pero una cosa son los pueblos y otra son los populismos”, aclaró.
Y clarificó: “Popularismo es cuando el pueblo lleva adelante sus cosas, expresa lo suyo en diálogo y es soberano. El populismo es una ideología que aglutina al pueblo, que se mete a reagruparlo en una dirección. Y acá cuando les hablás de fascismo y nazismo entienden en ese aspecto lo que es un populismo. La Iglesia latinoamericana tiene aspectos de sujeción ideológica en algunos casos. Los ha habido y los seguirá habiendo porque eso es una limitación humana. Pero es una Iglesia que pudo y puede expresar cada vez mejor su piedad popular, por ejemplo, su religiosidad y su organización popular”.
En otro apartado de la entrevista, se refirió a su transición de arzobispo porteño a sumo pontífice: “Bergoglio nunca se imaginó que iba a terminar aquí. Nunca. Yo vine al Vaticano con una valijita, con lo puesto y un poquito más. Más aún: dejé preparados en Buenos Aires los sermones para el Domingo de Ramos. Pensé: ningún Papa va a asumir el Domingo de Ramos, así que yo el sábado viajo de vuelta a casa. O sea, nunca me imaginé que iba a estar acá. Y cuando veo al Bergoglio de allá y toda su historia, las fotografías hablan. Es la historia de una vida que caminó con muchos dones de Dios, muchas fallas de mi parte, muchas posturas no tan universales”.
E interrogado sobre si siente que cambió como Papa reconoció que en su pasado, en los distintos cargos que tuvo, era más severo:
“En mi vida tuve períodos rígidos, que exigía demasiado. Después me di cuenta que por ese camino no se va, que hay que saber conducir. Es esa paternidad que tiene Dios. Hay una canción napolitana muy hermosa que describe lo que es un padre napolitano. Y dice «el padre sabe lo que te pasa a vos, pero se hace el que no sabe». Ese saber esperar a los demás propio de un padre. Sabe lo que te está pasando, pero se las arregla para que vos solo vayas, él te está esperando como si nada sucediera. Es un poco lo que hoy criticaría de aquel Bergoglio que, en alguna etapa, no siempre, como obispo que fui un poco más benévolo. Pero en la etapa de jesuita fui muy severo. Y la vida es muy linda con el estilo de Dios, de saber esperar siempre. Saber, pero hacerte el tonto como que no sabés y dejarlo madurar. Es una de las sabidurías más lindas que nos da la vida».
La patria grande
Interrogado por Télam sobre el sueño de San Martín y Bolívar por la unidad de la región, consideró que Latinoamérica “siempre fue víctima, y será víctima hasta que no se termine de liberar, de imperialismos explotadores. Eso lo tienen todos los países. No quiero mencionarlos porque son tan obvios que todo el mundo los ve”. “El sueño de San Martín y Bolívar es una profecía, ese encuentro de todo el pueblo latinoamericano, más allá de la ideología, con la soberanía”, dijo, y aclaró: “Esto es lo que hay que trabajar para lograr la unidad latinoamericana. Donde cada pueblo se sienta a sí mismo con su identidad y, a la vez, necesitado de la identidad del otro. No es fácil”.
Y mencionó los cuatro principios que lo ayudan a entender países o regiones: la realidad es superior a la idea, el todo es superior a la parte, la unidad es superior al conflicto, el tiempo es superior al espacio.
Los medios
Como en otras ocasiones, Francisco se refirió a los medios de comunicación. Pero hizo una aclaración que no siempre trasciende en entrevistas y extractos de sus mensajes. Para Francisco, “la comunicación es algo sagrado. Es quizás de las cosas más lindas que tenga la persona humana”. De allí que, para él, “comunicarse es divino y hay que saber hacerlo con honestidad y autenticidad. Sin agregar cosas de mi cosecha y no decirlo”.
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