Ofrece Iglesia Católica ayuda a damnificados • Brinda apoyo material y espi...

Ofrece Iglesia Católica ayuda a damnificados









Brinda apoyo material y espiritual; da una respuesta pronta y eficaz ante la

urgente necesidad.







El

paso de los huracanes “Ingrid” y “Manuel” ha dejado muertos, heridos,

desaparecidos, damnificados, destrucción y dolor. Desde el comienzo de esta

tragedia, la Iglesia Católica, Cuerpo de Cristo (cfr. Col 1, 18), como lo ha

hecho siempre en situaciones semejantes, ha estado cerca de quienes han perdido

a sus seres queridos y se han quedado sin hogar, sin su patrimonio, sin sus

fuentes de subsistencia o de trabajo, incomunicados, sin servicios de luz y de

salud, y desamparados ante ladrones y grupos criminales.



Los

obispos de la República Mexicana, sacerdotes, diáconos, personas consagradas,

seminaristas, fieles laicos y hombres y mujeres de buena voluntad, han

respondido pronta, generosa y organizadamente ante la emergencia. Además de

unirse en oración para implorar la misericordia divina, han ayudado a desalojar

a personas y comunidades en peligro. Se han sumado a las tareas de rescate y

limpieza. Han instalado albergues y centros de acopio. Han convocado a la

solidaridad con los damnificados. Sorteando dificultades y limitaciones de

recursos y de medios de transporte, han colectado y distribuido sin descanso y

de forma permanente varias toneladas de alimentos, agua, medicinas, ropa y

artículos de primera necesidad, a través de catedrales, parroquias y

seminarios.



El

Papa, hondamente preocupado por la situación, ha enviado un mensaje de consuelo

y solidaridad. La Conferencia del Episcopado Mexicano, al tiempo de alentar las

iniciativas de las diferentes arquidiócesis y diócesis de México, ha puesto a

disposición de quienes quieran hacer donativos la cuenta de Cáritas Mexicana,

institución de carácter nacional que ha estado coordinando y apoyando a las

numerosas cáritas diocesanas, al servicio de los hermanos y hermanas en

necesidad.



Por

su parte, el Episcopado Alemán, a través de la fundación Adveniat, así como el

Consejo Supremo de los Caballeros de Colón y algunos empresarios, han

contribuido con generosos donativos para atender la emergencia y han

manifestado su disposición a seguir ayudando en la etapa de reconstrucción.



Al

tiempo de responder a las necesidades materiales de los damnificados, la

Iglesia Católica ha estado atenta a sus necesidades espirituales. Los

sacerdotes han estado dispuestos a administrar los sacramentos. En las

catedrales, parroquias y capellanías se han celebrado misas por el eterno

descanso de los que han perdido la vida y se ha ofrecido el consuelo de la fe a

sus familiares y amigos. Algunas diócesis, como la Arquidiócesis de Acapulco,

han organizado talleres de apoyo psicológico y espiritual para quienes están

viviendo un proceso de duelo.



La

difícil situación por la que están atravesando muchos hermanos y hermanas debe

movernos a seguir tendiéndoles una mano, tanto en esta etapa de emergencia como

en la subsecuente, que será la etapa de reconstrucción, haciendo caso a la

exhortación de san Agustín: “Que su fe vaya acompañada del amor” (Serm. 90, 8).



En estos momentos de dolor, tengamos

presentes las palabras del Papa Francisco, quien nos ha recordado que los

cristianos sabemos que siempre habrá sufrimiento, pero que le podemos dar

sentido y convertirlo en entrega confiada en Dios, que no nos abandona, y de

crecimiento en la fe y en el amor (cfr. Lumen Fidei, n. 56). Un amor que

debemos traducir en ayuda creativa, concreta y activa hacia quienes hoy lo

están necesitando.





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