"Yo sé que Dios me ama y tiene un plan para mi vida que ningún tiburón me puede quitar. Es como tener una roca sólida debajo de mí". Quien así se expresa es Bethany Hamilton, una bella campeona de surf a quien un tiburón arrancó un brazo cuando tenía 12 años y se salvó "de milagro".
Bethany Hamilton comenzó a fascinarse con el mar y la práctica del surf, junto a sus padres, desde muy pequeña. Así, cuando acababa de cumplir los ocho años obtuvo el primer lugar en la competencia nacional Rell Sun Menehune; y a los diez, ganó la National Scholastic Surfing, según informaba recientemente PortaLuz.org.
Pero su fama se extendería por todo el mundo en 2003. Era ya una estrella en ascenso de las olas, tenía apenas 13 años… y con sus amigos decidieron saltar de noche al océano con sus tablas. Recostada de espalda en la tabla, con el brazo izquierdo extendido sobre el agua, nada pudo hacer para evadir el feroz ataque de un tiburón tigre.
"Mantuve la calma", dice. Aunque "mi brazo izquierdo estaba completamente perdido, hasta la axila". Afortunadamente sus amigos le ataron alrededor del hombro un trozo de tela para detener la fuga de sangre. Los médicos que la recibieron justo al límite de que ella falleciera, hablaban de "milagro" cuando pudieron salvarla, pues la chica había perdido el 70% de su sangre.
"Fue mi tsunami personal"
Bethany aún recuerda al paramédico de la ambulancia que la animaba: "Dios no te dejará, nunca te abandonará, fuerza…”. Eran las palabras precisas, asegura, porque no tenía dudas de estar en las manos de Dios. "Hay personas que no consideran a Dios hasta que les sucede algo malo, pero recuerdo que yo ya había puesto mi fe y confiado mi vida a Jesucristo cuando era una niña, yo tenía unos cinco años".
Los planes para convertirse en profesional "parecía que sería algo realmente difícil de lograr (...). Fue mi tsunami personal. Pero en los días, semanas y meses que siguieron trabajé mucho para mejorar y superarme".
Inicialmente, de hecho, Bethany estaba tentada a dejar su sueño y abandonar el surf. Pero la voz de Dios vino a ella dándole esperanzas, dice, en cientos de cartas que otros niños y niñas surfistas y personas que han perdido extremidades le escribían.
Así fue como un día se levantó y le dijo a su padre que deseaba seguir adelante, surfeando, y a nivel competitivo. "Va a ser difícil", le respondió su progenitor. Bethany le dijo: "Yo no te pregunté si será difícil, sino cómo hacerlo posible". Luego, su madre y dos hermanos se comprometieron para ayudarla en la empresa. Y lo ha logrado.
Dios "nunca te dejará"
"A menudo, tenía miedo de intentarlo", admite en entrevista difundida por ABC News. "Y no voy a mentir: en cierto modo aún lo siento, aunque menos. He trabajado mucho para convertirme en una profesional, pero hoy compito con los mejores surfistas del mundo".
La joven deportista insiste en su absoluta gratitud a Dios, que en todo momento está con ella. "Las cosas malas le suceden a todo el mundo. Así es la vida. Aquí está mi consejo: no pongan toda su esperanza y fe en algo que podría desaparecer de repente y fácilmente. El único que nunca fallará, quien nunca te dejará es Dios y tu fe en él".
Cuando en 2004, a los 14 años, comenzó a competir nuevamente, Bethany llegó quinta en el Campeonato Nacional de Surf y luego primera en el Hawaii Nacional Scholastic Surfing. En la última década continuó ganando premios y dando testimonio a personas con discapacidades similares a la suya.
"Cuando la gente me pregunta sobre lo que mi fe en Cristo significa respondo: ‘Todo’. Y esto era una realidad tanto antes del ataque del tiburón como después. […]. Es un tremendo alivio […] el poder poner tu confianza en Dios y quitarte las cargas de encima", explica en su página web.
Soul Surfer, su autobiografía escrita, que luego sería llevada al cine marcó un hito en esa campaña de ayuda a otros que enfrentan pérdidas complejas. En 2013 Bethany se casó con Adam Dirks y hace algunas semanas, en su portal de la red social Instagram, que encabeza con la frase “Salvados por la Gracia de Dios”, la deportista colgó una foto donde se la ve surfeando… con siete meses de embarazo. "También mi madre hizo surf conmigo en la tripa y yo lo haré hasta el octavo mes", concluyó.
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