Los ocho mensajes del Papa Francisco en el Congreso de Estados Unidos

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En un histórico mensaje en el Congreso estadounidense –la primera vez que un Papa habla en ese recinto- Francisco interpeló a los legisladores estadounidenses sobre la pobreza, el fundamentalismo, inmigración, el cambio climático, el diálogo, la pena de muerte y el comercio de armas, todos temas sensibles para los políticos de Estados Unidos.

Ante las dos cámaras reunidas en una sesión especial, el Papa pronunció su discurso en inglés. Fue uno de los momentos más esperados de su gira a los Estados Unidos, que comenzó el martes en Washington y culmina el domingo en Filadelfia. Fue uno de los mensajes más políticos que probablemente se le escuchen al Papa en este país. Francisco había sido invitado por el presidente de la cámara de Representantes, John Bohener, católico, que había intentado por 20 años tener a un pontífice en el recinto. Finalmente, Francisco le dio el sí que le negaron Juan Pablo II y Benedicto XVI. En su primera visita a Estados Unidos, tenía cosas que decir ante este Congreso dominado por republicanos conservadores, que muchas veces dificultan las iniciativas propuestas por el presidente Barack Obama. Los ocho mensajes principales que lanzó el obispo de Roma fueron:

 

1. No a fundamentalismos ni reduccionismos simplistas

 

El Papa expresó su preocupación por la difícil situación social y política de este tiempo y destacó que “el mundo es cada vez más un lugar de conflictos violentos, de odio nocivo, de sangrienta atrocidad, cometida incluso en el nombre de Dios y de la religión. Somos conscientes de que ninguna religión es inmune a diversas formas de aberración individual o de extremismo ideológico”.

 

El Santo Padre rechazó cualquier tipo de fundamentalismo de índole religiosa y recordó que es necesario “combatir la violencia perpetrada bajo el nombre de una religión, una ideología, o un sistema económico y, al mismo tiempo, proteger la libertad de las religiones, de las ideas, de las personas requiere un delicado equilibrio en el que tenemos que trabajar”.

 

Advirtió que “el reduccionismo simplista” divide la realidad en buenos y malos y señaló que “el mundo contemporáneo con sus heridas, que sangran en tantos hermanos nuestros, nos convoca a afrontar todas las polarizaciones que pretenden dividirlo en dos bandos”. La respuesta ante esta realidad, dijo el Santo Padre, debe ser la esperanza, la reconciliación, la paz y la justicia.

 

2. Salir de la "lógica del enemigo" ante inmigrantes

 

Luego de recordar que hace 50 años Martin Luther King protagonizó la histórica marcha de Selma a Montgomery en su la campaña por los plenos derechos civiles y políticos para los afro-americanos, el Santo Padre expresó su alegría porque Estados Unidos sigue siendo la tierra de los “sueños” para muchas personas.

 

Recordó nuevamente su origen como inmigrante y señaló que en los últimos siglos, millones de personas han llegado a Estados Unidos persiguiendo el sueño de poder construir su propio futuro en libertad.

 

“Nosotros, pertenecientes a este continente, no nos asustamos de los extranjeros, porque muchos de nosotros hace tiempo fuimos extranjeros. Les hablo como hijo de inmigrantes, como muchos de ustedes que son descendientes de inmigrantes”.

 

El Papa expresó la necesidad de construir una nación que salga de la “lógica del enemigo” para pasar a la lógica de la recíproca subsidiaridad.

 

3. No al "descarte" de los refugiados

 

El Santo Padre también abordó la crisis de los refugiados en todo el mundo “sin precedentes desde los tiempos de la II Guerra Mundial”.

 

El Papa exhortó a los congresistas a no dejarse intimidar por los números sino “más bien mirar a las personas, sus rostros, escuchar sus historias mientras luchamos por asegurarles nuestra mejor respuesta a su situación”. Destacó la necesidad de dar siempre una respuesta humana, justa y fraterna que evite la tentación contemporánea de “descartar” todo lo que moleste.

 

4. Vivir la “regla de oro” y defender la vida

 

El Santo Padre afirmó que en el Evangelio hay una “regla de oro” que permite afrontar estos retos y  que se encuentra en Mateo 7,12: “hagan ustedes con los demás como quieran que los demás hagan con ustedes”.

 

El Papa explicó que esta “regla de oro” brinda “un parámetro de acción bien preciso: tratemos a los demás con la misma pasión y compasión con la que queremos ser tratados. Busquemos para los demás las mismas posibilidades que deseamos para nosotros. Acompañemos el crecimiento de los otros como queremos ser acompañados. En definitiva: queremos seguridad, demos seguridad; queremos vida, demos vida; queremos oportunidades, brindemos oportunidades. El parámetro que usemos para los demás será el parámetro que el tiempo usará con nosotros”.

 

El Papa Francisco recordó que parte de esta “regla de oro” es defender la vida humana desde la concepción hasta su muerte natural. “La regla de oro nos recuerda la responsabilidad que tenemos de custodiar y defender la vida humana en todas las etapas de su desarrollo”, enfatizó el Santo Padre,

 

5. Abolición mundial de la pena de muerte

 

Más adelante y en medio de los aplausos de los congresistas, el Papa se refirió a la necesidad de trabajar en diferentes niveles para lograr la abolición mundial de la pena de muerte. “Estoy convencido que este es el mejor camino, porque cada vida es sagrada, cada persona humana está dotada de una dignidad inalienable y la sociedad sólo puede beneficiarse en la rehabilitación de aquellos que han cometido algún delito”.

 

El Santo Padre recordó los continuos llamados de los obispos de Estados Unidos para la abolición de la pena capital: “No sólo me uno con mi apoyo, sino que animo y aliento a cuantos están convencidos de que una pena justa y necesaria nunca debe excluir la dimensión de la esperanza y el objetivo de la rehabilitación”.

 

6. Trabajar por una economía sustentable y solidaria

 

En el histórico discurso ante más de 500 parlamentarios, el Papa también expresó su preocupación por la situación de pobreza extrema que atraviesan muchas personas en el mundo y centró la solución en la creación de una economía solidaria.

 

“¡Cuánto se ha progresado, en este sentido, en tantas partes del mundo! ¡Cuánto se viene trabajando en estos primeros años del tercer milenio para sacar a las personas de la extrema pobreza! Sé que comparten mi convicción de que todavía se debe hacer mucho más y que, en momentos de crisis y de dificultad económica, no se puede perder el espíritu de solidaridad internacional”, dijo.

 

 

7. Ser buenos políticos y buscar el diálogo

 

En una referencia al avance de las relaciones entre Estados Unidos y Cuba, Francisco reconoció los esfuerzos que se han realizado en los últimos meses y que están ayudando a “superar las históricas diferencias ligadas a dolorosos episodios del pasado”.

 

El Santo Padre consideró que “cuando países que han estado en conflicto retoman el camino del diálogo, que podría haber estado interrumpido por motivos legítimos, se abren nuevos horizontes para todos. Esto ha requerido y requiere coraje, audacia, lo cual no significa falta de responsabilidad”.

 

Para lograr estos objetivos Francisco consideró particularmente necesaria la participación de buenos políticos quienes, según dijo, “deben tener siempre en mente los intereses de todos y debe tomar el momento con un espíritu abierto y pragmático” y optar “por generar procesos más que por ocupar espacios”.

 

Destacó que el político debe ser un agente de diálogo y de paz y estar verdaderamente determinado a atenuar los conflictos armados. En este punto el Papa señaló el problema que genera la venta de armas letales y pidió terminar con el tráfico de armas que lleva consigo “un dinero impregnado de sangre, y muchas veces de sangre inocente”.

 

8. Reaccionar ante amenazas contra la familia

 

Hacia el final de su discurso, el Papa se refirió al papel fundamental de la familia en la construcción del país y expresó su preocupación porque la familia “está amenazada, quizás como nunca, desde el interior y desde el exterior”.

 

“Las relaciones fundamentales son puestas en duda, como el mismo fundamento del matrimonio y de la familia. No puedo más que confirmar no sólo la importancia, sino por sobre todo, la riqueza y la belleza de vivir en familia”, denunció.

 

El Santo Padre se refirió especialmente a los jóvenes a quienes consideró los más vulnerables de la familia. “Muchos tienen delante un futuro lleno de innumerables posibilidades, muchos otros parecen desorientados y sin sentido, prisioneros en un laberinto de violencia, de abuso y desesperación”.

 

El Papa advirtió que “existe una cultura tal que empuja a muchos jóvenes a no poder formar una familia porque están privados de oportunidades de futuro. Sin embargo, esa misma cultura concede a muchos otros, por el contrario, tantas oportunidades, que también ellos se ven disuadidos de formar una familia”.

 

El Papa concluyó su discurso expresando su deseo de que el alma de la nación, basada en la libertad, la fe, el diálogo “siga tomando forma y crezca, para que los jóvenes puedan heredar y vivir en una tierra que ha permitido a muchos soñar. Que Dios bendiga a América”.

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