El encuentro tuvo lugar en la Sala Clementina. Durante su discurso, el Santo Padre destacó que la labor de la Policía es una actividad que requiere profesionalismo y sentido de responsabilidad en la misma medida que atención a las personas, muchas de la cuales son ancianas, así como paciencia y disponibilidad para con todos. ''No son cualidades fáciles y por ello es importante contar con la ayuda de Dios'', afirmó.
El Pontífice también hizo referencia al Año Santo de la Misericordia y dijo que este “abre a todos una posibilidad de renovación, partiendo de una purificación interior que se refleja en el comportamiento y también en el ejercicio de las actividades diarias”.
“Esta dimensión espiritual del evento jubilar nos empuja a interrogarnos acerca de nuestro compromiso para responder a las exigencias de fidelidad al Evangelio al que el Señor nos llama a partir de nuestro estado de vida”, indicó el Papa.
“El Jubileo se convierte así en una ocasión propicia de verificación personal y comunitaria: y el paradigma para ello son las obras de misericordia tanto corporales como espirituales. El Señor nos recuerda que todo lo que hacemos con uno solo de nuestros hermanos más pequeños a El se lo hacemos”, añadió.
En ese sentido, Francisco pidió que “esta enseñanza de Jesús les guíe también a ustedes, responsables de la defensa del orden público, y los ayude a ser, en todas las circunstancias, promotores de solidaridad, especialmente para los más pequeños e indefensos; a ser defensores del derecho a la vida a través del compromiso por la seguridad y la incolumidad de las personas”.
“Tengan siempre presente en el desarrollo de esta misión que toda persona es amada por Dios, es una criatura suya y merece acogida y respeto. ¡Que la gracia del Jubileo extraordinario de la Misericordia renueve el espíritu con que se dedican a su profesión, llevándolos a vivirla todavía con más atención, dedicación y generosidad!”, concluyó.
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