Según informa el diario Avvenire el 30 de diciembre, la señora Marta vive en el barrio Santa Rita de la ciudad italiana de Turín. Todos los días, en su bicicleta, rescata de la basura de los supermercados unos 40 kilos de comida para dárselos a varias familias pobres.
“Es increíble cuánto se desperdicia. Se bota el alimento que está por vencer o cuya confección no es perfecta. En estos días, por ejemplo, están las naranjas. Si una está mala, botan toda la bolsa de 5 kilos. Es vergonzoso”, comenta esta jubilada que vive con su esposo y que es madre de un médico y una bióloga.
Ante las miradas de curiosidad o sospecha de quienes ven lo que hace desde hace ya varios años, esta italiana afirma que “no me interesa. Lo hago porque sé que hay personas que necesitan y que me esperan”.
Si bien acude todos los días a la basura de los supermercados, Marta distribuye los alimentos tres veces por semana en Casalborgone, una localidad ubicada a unos 30 kilómetros de Turín hasta donde llega en su automóvil.
Esta ayuda comenzó hace un tiempo con una familia que estaba por perderlo todo a causa de la crisis económica. Ahora, las ocho familias a las que sirve, relata, “me acogen siempre con los brazos abiertos y con mucha dignidad”.
“Nunca me han pedido nada y logran no desperdiciar nada: con la harina se hace pan, con la leche algunos quesos. Lo que hay ahora también es una especie de escuela popular que acoge gratuitamente a personas en grave indigencia”.
Quien “descubrió” la obra solidaria de Marta fue el diácono Benito Cutelle, de la parroquia Natale del Signore, quien al principio pensó que la anciana rescataba los alimentos para ella.
“Me equivoqué –narra Cutelle–. No estaba rebuscando en la basura para ella sino para quien no tiene nada que comer. De verdad me sorprendí. A su edad presta con mucha modestia un servicio importante a favor de los hermanos más pobres. Lo que lamenta es que, cuando ya esté muy cansada, no haya nadie para ayudarla”.
Marta, que por ahora se mantiene con mucha energía, comenta por su parte que “los políticos y quienes toman decisiones políticas deberían darse cuenta de la situación real y de cuánta pobreza existe aún hoy”.
“Hay quienes visten a la moda y comen bien, mientras otros no tienen nada. Todos deberíamos dar algo, pero somos muy insensibles ante las necesidades del prójimo”, concluye.
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— ACI Prensa (@aciprensa) 1 de enero de 2018
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