En su columna titulada “Regresando a la Cuaresma”, Mons. Gómez señaló que este tiempo de oración y preparación para la Pascua es el recordatorio anual de que “debemos mantener las ‘cosas’ en su perspectiva adecuada”, de “establecer las prioridades correctas” y poner “las cosas más importantes primero”.
Recordó la invitación que hace San Pablo en sus cartas: “Busquen las cosas de arriba, donde está Cristo… Mantengan la mente en las cosas que están arriba, no en las cosas de la tierra”.
“Dios -y hacer la voluntad de Él- debe ser siempre lo ‘más importante’ en nuestra vida. Todo lo demás brota de nuestra relación con Él. San Agustín dijo esa gran frase: ‘Ama a Dios y haz lo que quieras’”, expresó el Arzobispo de Los Ángeles.
Sin embargo, prosiguió, a veces “las cosas de este mundo pueden llegar a ‘sobrepasarnos’. Pueden venir a llenar y a ‘desbordarse’ sobre el lugar que Dios debería ocupar en nuestras vidas”.
Ante esta realidad, el Prelado propuso lo que los santos llaman “espíritu de desapego”, que no se refiere a rechazar a las personas o las cosas buenas que Dios otorga a través de la creación, sino que se refiere a renunciar a “nuestros propios ‘deseos’, a las cosas que despiertan un ‘hambre’ en nosotros” y que tienden a dominar la vida generando preocupaciones.
El Prelado explicó que una forma de identificarlos es preguntando: “¿Hay cosas de las que dependen demasiado, cosas que ustedes necesitan ‘demasiado’? ¿Hay actividades que requieren demasiado tiempo, que desempeñan un papel demasiado importante en su vida?”.
Mons. Gómez afirmó que “cuando empezamos a dejar ir las cosas, cuando empezamos a renunciar a ciertos hábitos o ‘deseos’ en nuestras vidas, sentimos un nuevo espíritu de libertad”.
“Es realmente una especie de liberación” porque lo que sucede es que estamos liberando nuestros corazones para amar, para querer lo que Dios quiere, para desear lo que Dios desea para nuestras vidas”, manifestó.
El Arzobispo de Los Ángeles, afirmó que aunque la persona quiera “hacer un progreso en la vida espiritual” o “vivir correctamente” la Cuaresma, pueden interponerse cosas o se pierde el enfoque. Es allí donde comienzan los sentimientos de culpa o autocrítica.
Sin embargo, el Prelado considera que aunque la persona no haya cumplido sus propósitos cuaresmales, simplemente “debe regresar al camino” y no quedarse en lo negativo ni creer que ya no tiene remedio.
“Después de todo, la Cuaresma se trata de conversión, de nuevos comienzos. Jesús siempre está allí para ofrecernos su mano, de modo que podamos regresar a Dios”, resaltó.
El Arzobispo concluyó recordando que en el Evangelio Jesús invita a quienes lo desean seguir a dejar todo: “a veces tenemos que renunciar a cosas buenas para abrirnos a recibir cosas mejores que Dios nos quiere dar”.
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